¿200 años de qué?

México del Norte
Por Jorge Mújica Murias

    Este mes de septiembre vamos a ver docenas de eventos para celebrar los 200 años de la Independencia de México. Y muchos se preguntan qué vamos a celebrar. Yo digo que si acaso hay algo que celebrar es que México todavía existe, porque a estas alturas ya podría ser parte de otro país.

    A México lo empezaron a invadir desde que se le ocurrió empezar a pelear por su independencia. En plena guerra, los rusos decidieron que ya que el continente americano estaba repartido bien podrían ellos quedarse con un cachito y en 1812 el ejército ruso desembarcó en California y fundó un fuerte que hoy es atractivo turístico.

    Antes de acabar la guerra de independencia, y para pagar parte de los gastos de la misma, España le vendió Florida a los gringos, así que la península ya no era parte de México cuando finalmente se le reconoció la Independencia, en 1821.

    Apenas seis años después, en 1827 un grupillo de españoles nostálgicos lo invadieron desde Nueva Orleans, y en 1829 una expedición española ocupó Cabo Rojo, en Veracruz. Portándose bien cuate, el presidente gringo Andrew Jackson le prestó dinero a México para enfrentar la invasión… con el estado de Texas como garantía de pago.

    Ese mismo año, 1829 los colonos estadounidenses en Texas se rebelaron y atacaron pueblos y rancherías, iniciándose un movimiento de guerra civil que a la larga sería conocido como de “independencia de Texas”.

    De 1836 a 1839 Francia bloqueó y ocupó varios puertos, empezando con Veracruz, porque México les debía unos pasteles, y el gobierno defendió a los indignados chefs, en la famosa guerra de los Pasteles.

    En 1836 los tejanos declaran su “independencia” en un movimiento armado extranjero en territorio nacional. Si alguien quiere hablar de invasiones, hay que recordarle El Álamo, batalla donde el ejército mexicano si que se cubrió de gloria derrotando a los alzados. En 1846 Estados Unidos ocupa militarmente varias ciudades, incluida Monterrey, y en 1847 llegan a La Angostura, y aunque no les quedaba en el camino, de paso llegan hasta el Distrito Federal.

            En 1861 Francia, Inglaterra y España deciden que México debe pagar todas sus deudas externas y nos vuelven a invadir. Inglaterra y España le creen a Benito Juárez la promesa de que va a pagar y se retiran, pero los franceses se quedan un sexenio, hasta 1867.

De Soldados a Diplomáticos

   Por alguna razón inexplicable, nadie invadió a México los siguientes 40 años, hasta 1914, cuando nuestros vecinos del norte se apoderaron otra vez de Veracruz, y como ahora sí les quedaba de paso, también de Tampico.

   En marzo de 1916, cerca de 5 mil soldados de Estados Unidos entran a Chihuahua a perseguir a Francisco Villa, y en mayo, aprovechando la coyuntura de que estaba poco claro quién peleaba contra quién, bandas de mercenarios gringos invaden varias poblaciones fronterizas.

   El 5 de febrero de 1917, el mismo día que se aprueba la nueva Constitución General de los Estados Unidos Mexicanos, sale el último soldado estadounidense del país.

   Después de eso ya no nos invadieron con soldados. Nos mandaron diplomáticos, políticos, burócratas y banqueros vestidos de traje de negocios, que de hecho hicieron más daño. Comenzaron con el Tratado de Bucareli, copia barata del Pacto de Versalles que le impusieron a Alemania en 1918 para prevenir que se volvieran otra vez una potencia. El de Versalles fracasó, pero el Tratado de Bucareli nos hizo cachitos y nos hizo “dependientes” en vez de “independientes”.

   Lo firmó Álvaro Obregón el 13 de agosto de 1923 como condición para que los gringos reconocieran su gobierno “emanado de la revolución”, y para quitarle peso a varios artículos de la Constitución, que los vecinos consideraban demasiado socialistas y nacionalistas. Establece que las propiedades agrícolas expropiadas a estadounidenses se pagarían con bonos, si no eran mayores a 1755 hectáreas y en efectivo y de inmediato si eran mayores. El artículo 27 no era retroactivo para los estadounidenses que hubiesen adquirido sus concesiones antes de 1917 lo cual les permitía seguir extrayendo y vendiendo petróleo. De pilón, México se comprometió a no desarrollar su industria petrolera, bélica, aérea o marítima por 75 años, a cambio de productos gringos manufacturados a precio preferencial.

   Hoy México construye 2 barcos de guerra al año, una marca de coches deportivos, los Mastreta, los camiones Ramírez, y un riflito, el FX-05 “Xiuhcoatl”. Pero los bancos y las grandes cadenas comerciales son extranjeras, la balanza comercial está completamente desbalanceada a favor de lo que importamos, muy por encima de lo que exportamos, y cada mexicano le debe más de mil 500 dólares (un promedio de un año de salarios), a los bancos internacionales por concepto de deuda externa.

   Pero sigue siendo México y como México no hay dos… ¡afortunadamente!

Contacto Jorge Mújica Murias mexicodelnorte@yahoo.com.mx

Tags