Comentario:
Por Humberto Caspa, Ph.D
Por algo Rick Perry, gobernador de Texas, llamó a Mitt Romney “buitre capitalista despiadado”. No es una expresión exagerada.
Romney no es un inversionista ecuánime o humanitario. A Romney le importa Romney. Solo le interesa crear capital para sus familiares y amigos. A la otra gente –personas que toman parte de su inversión en forma indirecta—, que se los coma el mundo o, en palabras de Perry, “los buitres”.
El video que destapó a Romney prueba contundentemente que sus ideales de empresario despiadado se extienden a su vida política.
El 17 de mayo, en frente de ultra-millonarios de Florida, el ex gobernador de Massachussets expuso claramente que la política es como una inversión económica, un mercado donde existen personas que valen y no valen la pena invertir.
“Hay 47% de la gente que votará por el presidente sea como sea…son dependientes del gobierno, creen que son víctimas, creen que el gobierno tiene responsabilidad de criarlos… 47% de americanos [los que apoyan a Obama] no pagan impuestos de sus haberes anuales… Mi trabajo es no preocuparme de esta gente…Nunca los voy a convencer [a que me apoyen].”
La empresa que Romney fundó, la apapachó y la hizo un gigante financiero, se ocupó en la compra de empresas pequeñas que tenían “desperfectos” económicos.
En vez de salvarlas, inyectarles capital para que se repongan y se mantengan de pie, Bain Capital se ocupó en proveerles maquillajes superficiales, les dio fisonomías bonitas para que tengan mejor vistosidad, a pesar de que, en el fondo, estaban enfermas y a punto de morir.
Es decir, no hizo cambios estructurales en las empresas, no gastó en capital humano capacitado, ni les dio instrumentación y medios para contrarrestar la crisis económica.
Bain Capital se ocupó en adornar a sus inversiones con el objeto de generar más dinero a costa del engaño y la usura.
Por otra parte, a Bain Capital no le importó los trabajadores de las empresas. A esta gente los hizo a un lado, los ignoró y los dejó en la calle y sin trabajos.
En la realidad, la política de Romney tiene los mismos principios de sus premisas económicas. La gente que apoya aparentemente al presidente Barack Obama, es decir los 47% que hace referencia, no simplemente hay que ignorarlos, sino que hay que hacerles la vida imposible.
No es la primera vez que Romney se encuentra en el ojo del huracán por sus propios comentarios. Durante el proceso electoral preliminar de su partido, Romney hizo entrever que la gente pobre no era de su interés.
Hoy, sus comentarios de Florida se han convertido en su tumba política. Sólo faltan un poco más de un mes para las elecciones presidenciales. Así como están las cosas, Romney tiene que escalar una montaña para llegar a su meta.
Su victoria parece una imposibilidad. Los buitres brillan en lo alto de sus huestes políticas.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Ecomonics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com