México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
En una semana, días más o menos, Arizona estará estrenando la ley SB 1070, a menos que alguna de las varias demandas contra de la torpeza anti-inmigrante del estado logre que la Corte declare su suspensión. O puede ser que ninguna funcione y las Cortes decidan que la ley no tiene nada de malo y que debe seguir adelante. De hecho, podrían decidir que para probar que la ley autoriza el perfilamiento racial, la acción legal contra de un grupo de personas por su color de piel, por andar con huaraches o manejar con sombrero, hay que dejarla actuar y hacer una sesuda investigación. Si en un año se nota que la absoluta mayoría de los arrestados fueron detenidos por ser sospechosamente cafés, se habrá probado que sí, que es racista, y entonces será suspendida.
Por vía de mientras, hay quienes esperan que llegue el 29 de julio porque, como dice el autor Daniel Cubias, creen que “saldrá un arco iris multicolor, y los latinos (con papeles y sin ellos) que queden en el estado serán arrestados en las calles y para el primero de agosto en Arizona solamente habrá blancos y víboras de cascabel”. De hecho, el sherife Joe Arpaio dice que para “cumplir la ley”, hará redadas masivas en las calles el 30 de julio, lo cual será terriblemente ilegal porque la ley dice que hay que pedirle papeles a quienes ya estén detenidos por otra falta, pero en fin.
Pero habrá consecuencias, en las que pocos han pensado. Según el diario Arizona Republic, implementar la ley costará una millonada. Primero, porque el sistema legal y las cárceles se van a retacar y ningún proceso es gratuito. El diario calcula en más de un millón de dólares extras en gastos de cárcel para mantener a los nuevos detenidos en las cárceles de cada pueblo y ciudad.
Segundo, habrá más problemas de hipotecas, porque subir a la ñora y el perico en el coche es una cosa, y subirse la casa es otra, y nadie va a comprar casa en un lugar que quedará medio abandonado.
Arizona Después de Mañana
Y habrá más bronca pa’ los renteros, porque los apartamentos se van a quedar vacíos, y entonces no van a pagar sus prediales porque no les va a alcanzar la plata.
De hecho, el Demócrata John Dougherty, candidato a senador por Arizona, advierte que el estado “ya está encarando un déficit de 2 mil millones de dólares, y la SB 1070 acelerará el desastre financiero porque bajarán los ingresos del estado y aumentarán los costos”. “Los impuestos sobre las ventas, propiedades, gasolina y otros va a caer sin los indocumentados, y se derrumbarán también los precios de la propiedad”.
De hecho, quienes argumentan que los indocumentados cuestan mucho y se hacen ricos con los beneficios públicos se van a llevar la mayor de las sorpresas. Desde hace un chorro de años, antes de que fuera estado favorito de los narcos, Arizona se había convertido más y más en un estado de jubilados, y como hasta los niños saben, los jubilados no producen nada. Gastan sus pensiones pero no generan nuevas riquezas, excepto tal vez para los hospitales y asilos de ancianos.
Como dice Gordon Hanson, profesor de economía, “no me sorprendería que Arizona empezara a rogarle a algunos trabajadores mexicanos que les ayuden en los asilos”. Y citando de nuevo a Daniel Cubias, “hay una perversa ironía en la idea de que en algunos años estados como Arizona estarán desesperados por inmigrantes latinos jóvenes que mantengan llenas las arcas del Seguro Social y limpien las porquerías que otros van dejando atrás”.
Yo creo que ese es precisamente el “experimento Arizona”: espanten a los indocumentados para que se vayan, a los que no se vayan les echamos a la policía, y luego los contratamos a todos como “trabajadores huéspedes”, sin derechos y a salarios mínimos. Así todos regresarían y santo remedio.
Pero podría suceder algo peor.¿Se acuerdan de aquella película del “Día Después de Mañana” (The Day After Tomorrow) donde la Tierra se comenzaba a congelar y los gringos desesperados se cruzaban ilegalmente la frontera? Yo creo que ése sería el peor escenario, un montón de gringos cruzándose a México (con y sin papeles), para vivir en hoteles en vez de asilos, y gozar de nuestro trabajo y los beneficios públicos del otro lado del río. Entonces sí que nosotros tendríamos que terminar la barda que éstos han dejado a medias…
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