México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
Este mundo está tan arrevesado que algún día tenía que ocurrir: un legislador Republicano y yo estamos de acuerdo en algo que tiene que ver con la inmigración.
No me refiero al planteamiento general de que “el sistema no sirve y hay que cambiarlo”, eso lo dice hasta Barack Obama mientras que sigue deportando montones de gente a izquierdas y derechas porque “la ley es la ley y hay cumplirla”, sino a un planteamiento mas detallado.
El Senador Marco Rubio, niño bonito de los Republicanos en Florida, está encabezando la batalla para que los Republicanos se ganen el voto de los latinos para el 2016. Eso significa hacer buenas declaraciones sobre la inmigración y su eventual reforma.
La discusión (por lo menos esta última semana), se ha centrado en una cosa que nosotros ni siquiera habíamos pedido como parte de la reforma, hasta que en 2006 el entonces Presidente George W. Bush salió con la frasecita: el llamado “camino a la ciudadanía”.
Digo que nosotros no lo habíamos pedido porque nuestra demanda era (y es) simple: legalización para los trabajadores y otros inmigrantes sin papeles en el país.
Y son dos cosas distintas. Una es vivir y trabajar legalmente en Estados Unidos, y otra es tener derechos políticos, principalmente el de votar, en este país. En términos ideológicos, por supuesto que queremos que todo el mundo tenga “derechos ciudadanos”, que pueda votar y participar en las decisiones políticas del país, pero en términos reales nos interesa primero tener el simple derecho a vivir y trabajar aquí.
La cosa del “camino a la ciudadanía” se ha convertido en un obstáculo para discutir la reforma, porque los Republicanos saben que la mayoría de inmigrantes que se naturalizan como ciudadanos de Estados Unidos termina por votar por el Partido Demócrata. Su infinita sabiduría los lleva entonces a rechazar categóricamente el llamado “camino a la ciudadanía” cuando se habla de inmigración.
Y esa es precisamente la frase en el atorón de la semana en temas migratorios. Obama jura que la reforma debe tener un “camino a la ciudadanía”, y el Senador Rubio apoyó la idea, nomás haciendo la aclaración de que “no será una amnistía automática” para nadie.
Camino al Trabajo
Pero eso no es lo que me hace estar de acuerdo con Rubio, sino otro componente de la mentada reforma del sistema migratorio.
Dejemos de lado, por principio, la legalización de todos los inmigrantes sin papeles que están aquí, que tiene que ser el primer paso de una reforma, y pongamos el foco en “y después qué”. ¿Cómo debe ser la reforma migratoria, o más bien cómo debe ser el sistema migratorio de Estados Unidos para que dentro de cinco años no haya otra vez tres millones de inmigrantes sin papeles?
Ahí es donde coincido con Rubio. Según el Senador, “no creo que en el Siglo 21 podamos seguir teniendo un sistema de inmigración en el que solamente el seis y medio por ciento de la gente que viene está basada en habilidades y méritos.
Tenemos que movernos hacia un sistema de inmigración basada en méritos y calificaciones”
Esa es la parte en al que coincido con él, aunque tengo que aclara que yo lo dije primero. Llevamos años insistiendo en que Estados Unidos dejó de hacer niños desde los años 1960, cuando la revolución sexual y el movimiento de liberación femenina llevaron a las mujeres al trabajo y la escuela, y las sacó de la recámara. A la larga, por cada dos trabajadores que se jubilan en Estados Unidos, hay solamente un niño para sustituirlo.
Pero la Ley de Inmigración favorece la “reunificación familiar”, no la entrada de trabajadores internacionales. Menos de 60 mil visas se le entregan a trabajadores cada años, a cambio de casi un millón para familiares de residente legales y ciudadanos.
Como diría Cantinflas, “ahí está el detalle”.
Lo que obviamente necesitamos es poder venir legalmente a trabajar, no a “estar con la familia”. En vez de pedir al hermano, que de todas maneras va a venir a chambear, el sistema migratorio debía darle la visa para trabajar en todo eso que ya sabemos que no es que nos encante pero donde no hay gringos, como la agricultura o como mariachis.
Claro que la coincidencia de Rubio conmigo termina ahí. El resto de sus planteamientos, como la forma de legalizar a los que ya están aquí, es una porquería. “Tendrían que declarar su ilegalidad, no tener antecedentes penales, tendrían que dar sus huellas digitales. Tendrían que pagar una multa, pagar sus impuestos atrasados y tal vez hacer servicio comunitario. Tendrían que probar que han estado aquí mucho tiempo, que entienden inglés y están asimilados”.
¡Qué chistosito! Quiere que los trabajadores internacionales que ya han trabajado y los han explotado de lo lindo por no tener papeles, hagan servicio gratuito y encima paguen multas!
Así, no va a conseguir votos para su campaña presidencial del 2016…
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