Carmen Chávez: Dándole Voz a Quienes No Tienen

Por Katia Lopez-Hodoyan Carmen-Chavez-useme

Carmen Chávez nació en San Diego, pero siente que ha visto el mundo desde su oficina local. En los últimos nueve años, ha trabajado como Directora Ejecutiva de la Casa Cornelia, un centro legal que provee servicios legales pro-bono, a personas cuyos derechos humanos y civiles han sido violados. Ha ayudado a personas de todo el mundo, desde Iraq a Uganda, y desde Vietnam a América Latina. Todas las personas que reciben sus servicios tienen algo en común: Están esperanzados de encontrar asilo en los Estados Unidos.

”Algunas son víctimas de tortura, de tráfico humano, de abuso o de persecución en su país de origen”, dice Chávez. “Llegan a los Estados Unidos buscando asilo”.

El proceso no es nada fácil, pero es precisamente ahí donde entran en vigor los servicios de la Casa Cornelia. Un grupo de abogados expertos y voluntarios, dirigidos por Chávez para ayudar a los refugiados a navegar por el proceso legal del país.

“Las leyes de inmigración de Estados Unidos son complejas”, dice Chávez. “Es muy difícil tener éxito sin la ayuda de alguien que entienda el proceso. Estas personas necesitan un abogado que les ayude a navegar dentro del sistema”.

La Casa Cornelia ayudó aproximadamente a 2,000 personas en el año 2015. Los servicios varían desde ofrecer información, hasta la consejería e inclusive formar parte del juicio. Para Chávez, estos casos representan mucho más que estadísticas. Son personas reales que ha llegado a conocer personalmente, le ha tocado verlas llorar lágrimas de dolor, así como regocijarse. Ha escuchado historias de abuso escalofriantes y la fortaleza que se necesita para sobrellevar la adversidad.  También ha visto a  inmigrantes empezar una nueva vida, se ha involucrado en un sin fin de casos, algunos se le quedaron grabados en el corazón.

”Su agradecimiento es conmovedor”,  dice Chávez.  “Recuerdo un hombre que me dijo: ‘Tengo dos cumpleaños, el día que nací y hoy,  ya que hoy, empieza mi nueva vida’”.

No es de sorprenderse que Chávez haya escogido este tipo de trabajo. Cuando era pequeña su madre era líder comunitaria, y parte de su trabajo era tratar con adolescentes que estaban involucrados en pandillas, por lo cual desde muy temprana edad veía  los desafíos que sufren muchas familias migrantes. Pero lo que definió su profesión fué una conferencia de liderazgo latino, ahí conoció a una juez que la impactó. Aunque Chávez tenía apenas 16 años, pudo percibir la dignidad de la juez y su compromiso de ayudar a los  más necesitados. Fué entonces que Chávez decidió que su vocación era el compromiso con la comunidad.

Después de estudiar ciencias políticas en San Diego State University, continuó estudiando derecho en Loyola Law School en Los Ángeles. Recuerda muy bien las palabras de su madre que le decía “mucho se espera de aquellos a quien se les ha dado mucho”. Esa frase resonaba en su mente en aquel entonces, y sigue resonado hasta la fecha.

“Estoy abogando por personas que verdaderamente necesitan protección”, explica Chávez. “De día a día, vivo mis convicciones personales al ayudar a aquellos que no tienen voz, personas que no tienen los medios para contratar a un abogado, tratamos de asistirlos de la mejor manera posible”.

A través de los años, algunas de las personas que la Casa Cornelia ha ayudado, han logrado tener sus propios negocios. Una vez que su caso migratorio ha sido procesado, algunos de ellos siguen en contacto con Chávez, otros no. Pero Chávez dice que verlos emprender su futuro con éxito, es más que suficiente.

“Le ayudamos a una mujer con su caso migratorio”, recuerda Chavez. “Nunca olvidaré lo emocionada que ella estaba por haber recibido una tarjeta de identificación, pues hasta ese momento ella no tenía identidad. Ella me preguntaba ‘¿y con ésto puedo tomar clases de conducir?’, y también preguntaba ‘¿ésto quiere decir que puedo ir a la escuela?’ Yo le dije ‘con esta identificación, se te abrirán muchas puertas. Casi se le salian las lagrimas’”.

Aunque la Casa Cornelia está en San Diego, la organización maneja varios idiomas, aparte del  inglés y el español. El despacho está comprometido con su trabajo en más de 50 idiomas, desde el árabe al farsi, y desde el mandarín a una lengua maya. Para poder procesar parte de este trabajo, la organización depende de voluntarios y donantes para mantener sus programas vigentes.

Hace aproximadamente dos años, varias estaciones de televisión estaban dando cobertura al hecho de los menores que llegaban a la frontera desde Centro América. Estos niños llegaban sin el acompañamiento de un adulto y estaban cruzando hacia la frontera con la esperanza de buscar asilo. Este caso se volvió noticia internacional, pero lentamente, se minimizó la cobertura. Chávez dice que sigue siendo una realidad.

“Ellos son los menores que ayudamos”, explica Chávez. “Son los niños de Centroamérica que están huyendo de la violencia, aún siguen llegando. Este hecho no ha desaparecido y ha estado sucediendo por años”.

El programa para niños que ofrece Casa Cornelia, es  destacado y eficiente. En el año 2014, se ofrecieron servicios legales a 633 niños, sin costo alguno.

La crisis de refugiados en el Medio Oriente también ha suscitado una nueva dinámica para Casa Cornelia, puesto que después de Detroit, la ciudad de El Cajón es la que cuenta con el mayor número de refugiados iraquíes en todo el país.

“Los Estados Unidos es muy meticuloso para recibir a refugiados”, dice Chávez. “Cuando me preguntan: ¿Pero, porqué tenemos que darles la bienvenida? les recuerdo que esa es la esencia de nuestro país, somos una nación de inmigrantes”.

Chávez, siendo la cabeza de una organización con 24 empleados, dice que su trabajo en Casa Cornelia es mucho más que el entrar y salir de la oficina. Su trabajo es una misión. Una misión, dice Chávez, de la cual se siente muy orgullosa, ya que dentro de ella, existe la posibilidad de cambiar  la vida de las personas.

 

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