Clinton-Bush: las dinastías y el voto latino

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Por Maribel Hastings
America’s Voice

Hillary Clinton reoficializó la campaña por su segura nominación presidencial demócrata el sábado en Nueva York, y el ex gobernador de la Florida, Jeb Bush, anunciado este lunes lo propio en el ámbito republicano en el Miami Dade College. Los representantes de dos dinastías políticas intentan reempacarse para que nuevos compradores-votantes crean las promesas que vendan para llegar a la contienda por la Casa Blanca.

De los dos, Bush la tiene más difícil. Por su parte, y a no ser por un evento catastrófico, Clinton no tiene, de momento, competencia creíble. Pero la ex senadora y ex Secretaria de Estado tiene que presentarse ante una nueva camada de votantes que eran niños y adolescentes en los 90, cuando era Primera Dama, electores que quieren claridad en diversas áreas: economía, comercio, política exterior, temas sociales, así como los dimes y diretes de la Fundación Clinton que lidera el ex presidente Bill Clinton, quien, si su esposa gana la presidencia, esta vez arribaría con todo su bagaje a la Casa Blanca como el ¿”Primer Caballero”?

Hillary Clinton intenta mantener y ampliar la coalición de votantes que catapultó a Barack Obama a la presidencia en 2008 y en 2012, incluyendo a los votantes latinos, 67% de los cuales votaron por Obama en 2008 y 75% hizo lo propio en su reelección en 2012.

Al menos en un tema definitorio para un amplio sector de los votantes latinos, como es la inmigración, Clinton dice lo que esos votantes quieren escuchar: que apoya la reforma migratoria con vía a la ciudadanía porque menos que eso sería un estatus de segunda clase. Y que apoya las acciones ejecutivas migratorias giradas por Obama: la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA 2012), su versión ampliada de 2014 (DACA +), y la Acción Diferida para Padres de Ciudadanos y Residentes Permanentes (DAPA 2014). Las acciones ejecutivas de 2014 están congeladas en los tribunales por una demanda interpuesta por gobernadores republicanos.

La pregunta es qué pasará si Clinton gana y, como se anticipa, gobierna con un Congreso republicano hasta ahora negado a considerar un plan de reforma migratoria amplia que eliminaría la necesidad de las acciones ejecutivas. Legal y constitucionalmente hablando, ¿qué más podría hacer una presidenta Clinton si los tribunales mantienen el bloqueo a las acciones ejecutivas?

DACA 2012 cumple tres años este lunes 15 de junio, el mismo día en que Bush oficializa su precandidatura. Se calcula que unos 700 mil jóvenes se han beneficiado del alivio que supone permisos de trabajo y protección de la deportación; estabilidad individual, familiar, para las comunidades y el país.

Bush se opone a las acciones ejecutivas pues considera que la solución debe ser legislativa y permanente. Lo sabemos, como también sabemos que su partido en el Congreso ha bloqueado esa solución permanente. Bush también ha sugerido que no revocaría DACA 2012 porque ya está en vigor y que sólo terminaría si se concreta una reforma migratoria amplia.

Asimismo, no queda claro si su propuesta de reforma migratoria supone sólo legalización sin ciudadanía.

Pero al compararlo con la multitud de precandidatos republicanos que semejan más un espectáculo circense que serias opciones, Bush, al menos en inmigración, es el más moderado (con la excepción de Lindsey Graham). La pregunta es si con el lastre que para un sector representan su apellido y sus posturas migratorias y educativas, Bush sobreviviría la primaria republicana.

Admito que sería interesante una contienda Clinton-Bush versión 2016 porque, a pesar de la carga que supondría para Bush la imagen antiinmigrante de su partido, existe el potencial de una pelea real por el voto latino, particularmente en estados como Nevada, Colorado, Nuevo México, ¿y Florida?

Pero ojo: aunque Bush no fuera el nominado y sí lo fuera un aspirante con posturas migratorias contrarias a los intereses de los votantes latinos, hay que recordar que en este país las elecciones son cíclicas y al votante le gusta rotar a los partidos en el poder. Por eso, aunque de momento la candidata demócrata parezca invencible, no debe pensar que tiene el voto latino asegurado. Ninguna de las dinastías debe dar el voto hispano por seguro.

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