Con Olor a Muerte

<p> <a href="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2017/02/13876545_921740… loading="lazy" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2017/02/13876545_921740…; alt="" width="300" height="211" class="alignright size-medium wp-image-38969" srcset="https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/02/1387654… 300w, https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/02/1387654… 768w, https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/02/1387654… 859w" sizes="(max-width: 300px) 100vw, 300px"></a></p>
<p>En situaciones desesperadas es en las que el ser humano saca una fortaleza inusitada para tratar de sobrevivir.</p>
<p>Morir sin luchar es una opción que nuestro instinto de supervivencia rechaza.</p>
<p>Cuando la muerte acecha, se activan todo tipo de alarmas físicas, mentales y emocionales para resistir hasta el último momento.</p>
<p>Intrínsecamente, nos aferramos a la vida desde el primer minuto en que fuimos concebidos.</p>
<p>La semana pasada, me encontraba con con un amigo viendo el partido de cuartos de final de la Champions League entre el cuadro de la Roma y el Barcelona.</p>
<p>El equipo italiano requería vencer por marcador de 3-0 al club catalán para cumplir un épica remontada.</p>
<p>Casi nadie, si no es que nadie, pensaba que la Roma sería capaz de vencer con tanta holgura a la gloriosa escuadra blaugrana comandada por el mejor jugador del mundo, Leo Messi.</p>
<p>Con todo que ganar y nada que perder, el equipo italiano se lanzó al frente, presionó a su rival, desató una fuerza nunca antes desplegada y terminó por escribir una hazaña histórica.</p>
<p>“Por qué será que cuando los equipos están al borde de la eliminación juegan como nunca antes lo habían hecho”, preguntó mi compañero al término del encuentro.</p>
<p>“Es el instinto natural de supervivencia, es morir o matar”, le respondí.</p>
<p>Estos partidos de futbol, en los que un equipo está obligado a ganar para seguir adelante en su búsqueda de un título deportivo, suelen ser una copia fiel del teatro de la vida.</p>
<p>Un desahuciado nunca deja de luchar, nunca deja de pelear, nunca deja de creer que un milagro se puede llegar a concretar.</p>
<p>La esperanza es simple y sencillamente el miedo disfrazado de ilusión y optimismo.</p>
<p>Conforme pasan los minutos para que se cumpla la inevitable sentencia, el alma nos avisa que el final se acerca pero el corazón sigue luchando.</p>
<p>La batalla es feroz, es agotadora, es tremenda, pero intentar ganarla hace que todo sacrificio valga la pena.</p>
<p>Es muy común escuchar la expresión de que un equipo “salió a morirse en la cancha”.</p>
<p>En el caso del equipo de la Roma, más que salir a morirse en la cancha, yo diría que salió a no morirse en la cancha.</p>
<p>El equipo italiano, desahuciado por todos, salió a la cancha a no morirse ante el Barcelona, salió a la cancha a dar una lección de supervivencia, salió a la cancha a tejer un milagro.</p>
<p>Los condenados a fenecer, tarde que temprano, suelen hacer lo mismo desde su lecho muerte.</p>
<p>Con toda su voluntad y todos sus deseos, siguen luchando, siguen combatiendo, siguen viviendo.</p>
<p>Un día, toda esa agonía transformada en esperanza cede ante lo inevitable y la batalla termina.</p>
<p>El final es el mismo para todos, pero en el libro de la vida quedará marcado para siempre el capítulo de la épica batalla que dimos antes de caer vencidos. </p>

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Leon Bravo