México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
“We will come back”, “nosotros volveremos”, escribía un amigo del movimiento inmigrante la noche del martes del Día de Muertos, cuando ya no había vuelta atrás y se hizo evidente que el Partido Demócrata perdería su mayoría en la Casa de Representantes en Washington. No nomás por hacerle a la ironía sino realmente intrigado, le pregunté a quiénes “nosotros” se refería porque, que yo sepa, “nosotros” nunca hemos estado en Washington más que de turistas o cabildeando políticos.
La elección en que el Partido Demócrata perdió hasta la camisa tendrá varias consecuencias para la comunidad inmigrante, sobre todo en cuanto a programas sociales de ésos que estamos acostumbrados a pensar, particularmente lo latinoamericanos, que son responsabilidad del gobierno, como la educación y la salud, pero a final de cuentas “nosotros” ni ganamos ni perdimos. Nunca hemos participado realmente del juego político. Somos simples espectadores.
No faltó, por supuesto, el despistado que asegurara que los latinos ganamos esa tarde debido a que varios “de los nuestros” ganaron, sin darse cuenta de que los latinos ganones no sean realmente “nuestros”, de la mayoría inmigrante. Por citar tres casos, ganaron Marco Rubio, Susana Martínez, y Brian Sandoval. Pero sus bonitos apellidos en español se opacan con una simple realidad: todos los tres son Republicanos.
Rubio, elegido Senador por Florida, favorece la ley anti-inmigrante de Arizona SB1070 y recibió apoyo del Tea Party; Martínez, primera mujer y primera latina electa como gobernadora en Nuevo México, favorece “asegurar las fronteras”. Por no dejar, Sandoval, primer gobernador latino de Nevada, favorece también la ley SB1070. Entre los perdidosos hay también un latino: se regresa a su ranchote en Colorado el congresista John Salazar. Entre los que de alguna manera se salvaron de la catástrofe están Joe Baca, Dennis Cardoza y Loretta Sánchez, todos los tres de Califas. Todos los cuatro son de los llamados “Blue Dogs” del Partido Demócrata, un grupo organizado en 1994 después de otra catástrofe electoral igualita, bajo la teoría de que había que jalar al pa’ la derecha porque el partido Demócrata estaba “muy a la izquierda”.
En el caso de Salazar y otros 23 Blue Dogs que perdieron, el electorado decidió que era mejor Republicano conocido que Republicano disfrazado de Demócrata.
De Ilusiones y el Futuro
Estos Demócratas conservadores fueron, con la desinteresada ayuda de los Republicanos, quienes en realidad impidieron que hubiera reforma migratoria en los primeros dos años del régimen de Barack Obama. Cuando el ocupante de la Casa Blanca decía “no tenemos los votos”, se refería a que congresistas como estos no estaban dispuestos a votar por la tal reforma, mucho menos los Republicanos.
Pero para mí el resultado más importante es que perdió una ilusión: la de que el Partido Demócrata era el legítimo representante de los millones de latinos que marcharon y han seguido marchando desde 2006. Desde aquella elección nos habían vendido el choro de que si había mayoría Demócrata nuestra vida se iba a resolver. En vez de marchar, el movimiento inmigrante se dedicó a elegir Demócratas con la falta de resultados ya conocida hasta la fecha.
Visto así, en realidad los inmigrantes salimos ganando. La ilusión ha muerto, y en nuestro futuro habrá la claridad absoluta de que el partido con mayoría en la Casa de Representantes no es “nuestro amigo” y que no “nos va a dar la reforma migratoria”. Menos mal. Es mejor saber que nos enfrentamos a nuestros enemigos, y no pensar que “nuestros amigos” van a hacer algo por nosotros.
El último chance del Partido Demócrata para recuperar esa ilusión sería ponerse las pilas en la última sesión del Congreso este año, la “lame duck”, donde todavía votan los que están, los que perdieron, y usar su mayoría para aprobar una reforma migratoria que nos favorezca. Pero quien crea que la solución es volver a darles mayoría en 2012 y trabaje para ellos estará alucinando ilusiones. El “lame duck” podría, por ejemplo, aprobar el proyecto del Senador Bob Menéndez que legalizaría a millones de indocumentados a cambio de medidas restrictivas muy profundas. De lo perdido lo que aparezca, dicen por a’i. Si no lo aprueban, la mayoría Republicana del futuro lo aprobará de todas formas nomás quitándole la posible legalización.
Lo más deseable sería que los latinos decidan, de una vez por todas, que no necesitamos “amigos” Demócratas o Republicanos en Washington sino estar “nosotros” mismos allá. Si la derecha anti-inmigrante del país llevó al electorado a votar por el lado derecho, hay que empezar a formar mañana el “Tequila Party” para contrarrestar al Tea Party. Y las elecciones de 2012 ya están a la vuelta de la esquina. ¡Salud!
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