Dueños del Mismo Dolor

<p> <a href="/sites/default/files/2017/11/vergara-noviembre-10.jpg"><img loading="lazy" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2017/11/vergara-noviemb…; alt="" width="300" height="209" class="alignright size-medium wp-image-43290" srcset="https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/11/vergara… 300w, https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/11/vergara… 1024w, https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/11/vergara… 1200w" sizes="(max-width: 300px) 100vw, 300px"></a></p>
<p>Este cuento se desarrolla en una cantina de la ciudad de Guadalajara, en donde un hombre estadounidense de unos 75 años de edad, y originario de Dallas, Texas, acudió para echarse unos tequilas y olvidar sus penas.</p>
<p>“Uno tequila por favour”, dijo el personaje conocido como Jerry Jones y quien es el propietario de los Cowboys de Dallas en la NFL.</p>
<p>Aquejado por una franca depresión debido a la pésima temporada que ha tenido su equipo, el gringo optó por buscar en ese antro de la Perla Tapatía algún consuelo para sus penas.</p>
<p>Tras tomarse el primer “caballito” de Sauza Reposado, a Jones le entró lo valentón.</p>
<p>“Otro por favour, pero esta vez que sea double”, le dijo al cantinero.</p>
<p>Ya con sus copitas encima, Jones comenzó a ponerse triste y melancólico hasta que las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro.</p>
<p>En la cantina, un hombre regordete con más de 50 años de edad a cuestas, se le acercó al estadounidense.</p>
<p>“¿Cómo se llama amigo?”</p>
<p>“Yo llamarme Jerry”.</p>
<p>“Mucho gusto Don Jerry, mi nombre es Jorge”.</p>
<p>“A ver mi Jerry, ¿por qué lloras, qué te sucede?”, le preguntó Jorge Vergara, mejor conocido en México como el flamante propietario de las Chivas del Guadalajara. </p>
<p>“Es que yo estar triste porque haber gastado muchos millones de dólares para mi equipo y no voy a estar en los playoffs, no ser justo”. </p>
<p>“¿Tú comprender amigo?”.</p>
<p>Al escuchar las palabras de Jones, Vergara pidió un tequila.</p>
<p>“Sírveme uno”, le dijo el empresario tapatío al cantinero.</p>
<p>Y después del primero, Vergara se echó dos y tres y cuatro tequilas más para después reventar en llanto.</p>
<p>“¿Ahora que pasarle a usted amigo? ¿Por qué llorar?”</p>
<p>“Es que me gasté mucho millones de dólares para contratar jugadores y ni siquiera pudimos llegar a la Liguilla, a los los playoffs pues, como les dices tú”, dijo Vergara. “Qué dolor… qué tristeza”, </p>
<p>“Lo sé amigou, sé lo que tú sentir”.</p>
<p>“I am sorry for you, pero no preocuparte, aquí estar yo para que llorar lo que quieras en mis hombros”.</p>
<p>“Gracias Jerry, tú si eres a todo meter, no como otros que ante el fracaso me han dejado sólo”.</p>
<p>“¿A todo meter? ¿Qué ser eso?”</p>
<p>“Que eres cuate, carnal, valedor”.</p>
<p>“No entender tus palabras, pero espero que san buenas para mí”.</p>
<p>“Nadie nos entiende mi Jerry”, dijo Vergara mientras alzaba la botella del Sauza Reposado para servirse un caballito más y compartir el brebaje de maguey jalisciense con su nuevo amigo.</p>
<p>“Gastamos tanto dinero y los jugadores no hacen su chamba, creen que porque somos millonarios podemos aguantar lo que sea y pues no es así”.</p>
<p>“A uno le duele ver a su equipo perder, le duele ver que los aficionados ya ni nos pelan”.</p>
<p>“Ay… ay… ay… qué triste…qué triste me siento mi Jerry”.</p>
<p>“Ay…ay… ay… eso sonarme a una canción mexicana”.</p>
<p>“Si mi Jerry, es esa que dice: ay… ay… ay… canta y no llores…”</p>
<p>“Sí, esa ser la canción y yo sabérmela muy bien”.</p>
<p>“Pues órale mi Jerry, vamos cantándola juntos a ver si así se nos olvida la pena por la que estamos pasando”.</p>
<p>“Ok, yo estar listo.”</p>
<p>“Pues yo también”.</p>
<p>“A ver mis mariachis, gritó Vergara, vengan a tocar que tenemos ganas de echarnos un palomazo”.</p>
<p>Y así, Jerry y Jorge comenzaron a sacar su depresión entonando:</p>
<p>“Ay… ay… ay…ay… canta y no llores, porque cantando se alegran, cielito lindo, los corazones”.</p>
<p>Abrazados y apoyándose el uno al otro para no caerse al suelo, ambos magnates del deporte abandonaron la cantina.</p>
<p>Mientras se alejaban del lugar, en las calles de Guadalajara resonaban las voces de nuestros dos amigos de este cuento que durante toda la noche recorrieron la ciudad cantando: “ay… ay… ay… ay… canta y no llores”. </p>

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Leon Bravo