El tiempo del estrés

LA COLUMNA VERTEBRAL
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por Luisa Fernanda Montero

Si bien es cierto que las preocupaciones de la vida cotidiana a veces nos superan, es cierto también, que tenemos la capacidad de controlar nuestras emociones y el poder de decidir que tanto nos afecta uno u otro asunto.

Las exigencias de la modernidad son cada vez más altas, e ir al ritmo del congestionado mundo en el que vivimos se vuelve imperativo. La cuestión es cuál debe ser nuestra actitud.

De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología -APA- la tercera parte de la población de Estados Unidos vive en un estado de estrés extremo, mientras que el 49 por ciento – casi la mitad – cree que sus niveles de estrés han ido en aumento en los últimos cinco años.

¿Y su estrés? ¿Cómo está?

Además de ser un dolor de cabeza y ser la causa principal de varias enfermedades, el estrés le daña la vida, afecta sus relaciones personales y disminuye su productividad. Así que al final del día, cuando nos estresamos, sólo estamos aumentando el problema.

No me malentienda, no le pido que sea insensible o que “se haga el de la vista gorda”, lo que digo, es que nosotros y solo nosotros podemos decidir que tanto nos dejamos afectar por determinados sucesos.

Para muchos de nosotros el día comienza con el estrés del tráfico vehicular. Para poner un ejemplo sencillo.

Seguramente salimos tres, cuatro o diez minutos más de lo indicado y la larga fila de autos a la que llegamos a punto de gemir de desesperación, parece interminable o, de hecho, lo es. Es claro que pudimos evitarlo, pero ya estamos allí. Le aseguro, es más, le juro que por más que se estrese, active la bocina o se enoje, nada va a cambiar. La fila de autos seguirá siendo interminable. La cuestión es simple: hay circunstancias que podemos evitar y hay decisiones que podemos tomar.

Si ya nos agarró la congestión vehicular, el taco, o el trancón y no hay nada que hacer es mejor relajarse, asumir las consecuencias y aprovechar el tiempo pensando en cómo las enfrentaremos, que dedicarnos a lanzar improperios.

Y aunque el ejemplo parezca muy simple la verdad es que al final, la vida misma es más simple de lo que nosotros creemos.

En su recientemente publicado libro The Worry Solution, el doctor y maestro de la Universidad de California, Martin Rossman, nos invita entre otras cosas a aprender a respirar. El simple acto de detenernos y respirar conscientemente puede disminuir notablemente nuestros niveles de ansiedad.

Respire, haga ejercicio, busque técnicas de relajación que se amolden a sus necesidades y piense. Muchas veces, nos estresamos incluso por cosas que no han ocurrido. ¿Está seguro de que eso que tanto le preocupa realmente ocurrirá? Si está seguro, invierta el tiempo en la búsqueda de soluciones. Le aseguro que es más productivo, y si no, ¿entonces que le preocupa?

Es muy probable que eso que tanto teme jamás ocurra. El Instituto Americano de Terapia Cognitiva ha encontrado que el 85 por ciento de los asuntos preocupantes no tienen un final tan oscuro como se temía e incluso que los preocupados resultan resolviendo el asunto mucho mejor de lo que esperaban.

Así que usted decide si invierte su tiempo en angustias y dolores o prefiere darle un lugar adecuado al estrés y dedicarse un poquito más, realmente, a ser feliz.