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<p>En mi vida siempre he tenido presente a un ser superior que para mí es Dios. Sin embargo, pese a que oraba con mucha fe solicitando lo que creía necesitar, en más de una ocasión sentía que no recibía una respuesta para mis oraciones.</p>
<p>Un día comencé a orar con una perspectiva diferente.</p>
<p>En lugar de intentar darle indicaciones a ese Ser Supremo —con mi limitado entendimiento de las situaciones—, empecé a considerar que al estar Él siempre presente y dado que todo lo puede, Él ya conocía mis necesidades.</p>
<p>Sin embargo, la lucha con uno mismo es grande ante las dificultades.</p>
<p>Es natural sentir temor ante la incertidumbre. Sobre todo cuando los pensamientos negativos asaltan nuestra mente trayendo desaliento, dudas, inseguridad e impaciencia.</p>
<p>Este tipo de emociones nos bloquean evitando que podamos enfocar nuestros pensamientos en cómo resolver la situación, a fin de recibir las ideas que nos guían a desarrollar acciones o a encontrar soluciones adecuadas por algún medio.</p>
<p>Con el tiempo estoy aprendiendo a controlar mejor los bloqueos generados por el temor. Estos son los cuatro pasos que me ayudan:</p>
<p>1. Cultivar la gratitud. Recordar los motivos por los que me puedo sentir agradecida en el momento actual implica además apreciar, no sólo lo aprendido hasta ahora, sino también sentirme agradecida por las dificultades del momento, ya que siempre nos enseñan algo.</p>
<p>2. Tener una buena escala de valores. Psicólogos cognitivos como el español Rafael Santandreu piensa que desde un punto de vista psicológico es bueno tener una escala de valores en la que el amor ocupe el primer lugar. “El amor es un valor muy estable” que está a nuestro alcance bajo cualquier circunstancia.</p>
<p>3. Saber que el bien es poder. Con esta expectativa aguardo en silencio la solución adecuada para mis problemas, sin dudar que la idea que necesito está a mi alcance y me llegará a tiempo.</p>
<p>4. Hacer algún bien. Como el conversar por teléfono con alguien que sé que recibirá con agrado mi llamada, haciendo una visita a un familiar que se siente solo ó dando algo que pueda necesitar otra persona, puede ser algo material.</p>
<p>Quizás comprueben que ayudar a otros en realidad nos ayuda a nosotros mismos a sentirnos bien. A la vez que contribuye a aliviar de una manera natural la tensión emocional, las palpitaciones y la falta de concentración.</p>
<p>Además, en el camino, nos llegan las ideas que nos ayudan a concretar objetivos y a encontrar las soluciones más adecuadas para nuestros problemas.</p>
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