Hillary Clinton para Presidente

La actual contienda presidencial en EE.UU. podría terminar siendo una de las más extrañas, así como una de las más

Photo by Jose Luis Baylon
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transcendentales, en la historia reciente. Hay mucho en juego, y el resultado podría moldear políticas tanto nacionales como extranjeras por generaciones.

Por una parte, el Senador Bernie Sanders – quien fuera un desconocido senador de Vermont – ascendió a convertirse en candidato nacional sobre una ola de frustración y angustia económica entre electores de 18 a 35 años de edad. Su estandarte de ofrecer educación universitaria gratuita, seguro universal y desbandar a los grandes bancos logró atraer grandes multitudes y triunfos en diversas contiendas primarias. Sanders, quien se auto-denomina un socialista democrático, apela a lo mejor de la naturaleza humana en su llamado por un abordaje justo y humanitario al cambio social y económico que él llama una revolución.

La revolución de Sanders es evocativa de otro político de carrera que se postuló a la presidencia con el fin de oponerse al sistema y disfrutó del mismo entusiasta apoyo por parte de electores en edad universitaria: Ron Paul. El congresista Paul, sin embargo, era un auto-denominado Libertario quien decidió postularse bajo la bandera del Partido Republicano a la contienda, de forma muy similar a Sanders, quien era Independiente hasta que decidió buscar la nominación en el partido Demócrata. Ambos laboraron muchos años en el Congreso Federal de manera solitaria con contados logros legislativos o trayectoria de buscar consenso para incidir en cambios de políticas. Al igual que Ron Paul, Sanders estuvo en contra de la participación militar en el Medio Oriente y ambos se enfocaron más a tratar de deshacer los sistemas políticos y económicos que veían como descompuestos o corruptos, y ambos lograron el apoyo de electores jóvenes quienes están a favor de candidatos contestatarios.

Pero a fin de cuentas ambos candidatos sufren de las mismas deficiencias en liderazgo y experiencia y, de mayor importancia, carecen de un camino claro a la victoria en sus campañas. A estas alturas del proceso de elecciones internas de partido, Sanders está matemáticamente eliminado de la carrera por conseguir delegados; no obstante, continúa aseverando que el proceso está sesgado a favor de Clinton debido a los llamados Súper-Delegados. La realidad es que incluso sin el compromiso de dichos súper-delegados a favor de Clinton, la ventaja de esta última en el número de delegados ganados en las diversas contiendas primarias le otorga una diferencia insuperable para la candidatura. Ya es virtualmente imposible que ella no logre el número de delegados necesarios durante la contienda del 7 de junio para garantizar su nominación.

Aún si decidiéramos ignorar la inevitabilidad de que Clinton gane la nominación, es indispensable que tomemos en cuenta la postura de Sanders respecto de uno de los temas de mayor importancia que enfrenta nuestra comunidad. Sanders votó en contra del paquete para una reforma migratoria integral presentado en 2007, el cual habría creado una vía hacia la ciudadanía para millones de latinoamericanos y otros habitantes indocumentados. Su postura en ese entonces, y en ocasiones durante su campaña, ha sido molesta, por decir lo menos. Sanders ha argumentado que la reforma migratoria sería dañina para el trabajador estadounidense al reducir salarios y prestaciones mediante ya sea programas de visas de trabajo o una vía hacia la ciudadanía.

Por supuesto, dichos argumentos han sido desacreditados por numerosos estudios económicos que demuestran que una reforma y la resultante legalización de trabajadores indocumentados de hecho beneficiarían a la economía a través de un mayor gasto de consumo, mayor recaudación fiscal y una mayor productividad.

Por otra parte, Hillary Clinton hizo el compromiso que, de resultar electa a la Presidencia, haría prioritaria la reforma migratoria durante sus primeros 100 días en funciones. Su postura en un tema tan importante es solo una de las varias posturas progresistas delineadas por la Senadora Clinton que hacen que su campaña refleje en mayor grado las inquietudes de la comunidad latina: mayor acceso a servicios médicos; mayor acceso a educación y formación profesional; reforma fiscal en apoyo a familias trabajadoras; medidas sensatas de control de armas para contar con comunidades menos inseguras; y un verdadero compromiso con comunidades minoritarias, entre ellas minorías étnicas y religiosas, mujeres y homosexuales.

En el otro extremo del espectro aparece Donald Trump, el empresario protagonista de programas de Reality vuelto político que ha convertido los insultos y las burlas en una nueva forma de arte político. Trump lanzó su campaña el año pasado con la declaratoria que los mexicanos que vienen a Estados Unidos “traen drogas, traen delincuencia, son violadores.” El viernes pasado durante su mitin aquí en San Diego, criticó al juez federal ante el cual se está desahogando la demanda colectiva en contra de la universidad Trump University, calificándolo de “aborrecedor de Trump” y “mexicano” a pesar de que el juez nació en Indiana de padres migrantes mexicanos, como si eso los descalificara automáticamente para ser un juez honesto. La persecución étnica sin duda empeorará en la medida que la campaña se acerque al mes de noviembre.

En contraste, el viernes pasado Hillary Clinton se expresó con un discurso sólido aquí en San Diego en el que delineó las peligrosas, desinformadas e imprudentes aseveraciones por parte de Trump en materia de asuntos internacionales. Clinton señaló los comentarios de Trump respecto de armamento nuclear, la lucha contra Isis, relaciones con Vladimir Putin, y dejar de comerciar con China y México. Clinton contrastó estos comentarios con su experiencia como Secretaria de Estado y Senadora Federal.

La contienda electoral actual coadyuvará en la definición de nuestra siguiente generación. Los temas importantes sobre la mesa deberán resolverse mediante complejas decisiones económicas, sociales y de seguridad interna que tendrá que tomar el siguiente Presidente. Ya quedó muy atrás el momento para hacer declaratorias políticas o enviar un mensaje a los líderes de partido. Un voto por Bernie Sanders, a estas alturas, es un voto nulo.

Hillary Clinton merece nuestro apoyo. Merece un triunfo en California y llevar esa sinergia a las elecciones generales. Debe contar con la mayor solidez posible para permitirle hacer frente a la campaña de odio, división y peligroso aislacionismo que está montando Trump.

Ya estamos más allá de política partidista. Se trata de quienes queremos ser. Se trata de ser el tipo de país en el que queramos vivir y heredar a nuestros hijos. Se trata del mismísimo motivo por el cual nuestras familias decidieron originalmente venir a este país.

Hillary Clinton para Presidente.

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