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<figure id="attachment_37747" aria-describedby="caption-attachment-37747" style="width: 300px" class="wp-caption alignright"><a href="http://laprensa-sandiego.org/etc-etc-etc/sporting-news/homicidio/attach…; rel="attachment wp-att-37747"><img loading="lazy" class="size-medium wp-image-37747" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2016/12/chapecoense-reu…; alt="foto: cortesia Reuters" width="300" height="166"></a><figcaption id="caption-attachment-37747" class="wp-caption-text">foto: cortesia Reuters</figcaption></figure>
<p>Cuando los designios de la vida convergen en el mismo camino de la fatalidad, lo único que podemos esperar que suceda es una tragedia.</p>
<p>La muerte siempre se encuentra a la vuelta de la esquina, y si le damos la oportunidad de aparecer, nos atrapará sin duda entre sus horrendos brazos.</p>
<p>Morir en un accidente propiciado por las circunstancias, es algo doloroso pero se puede llegar a comprender, si entendemos que el sólo hecho de vivir implica un riesgo.</p>
<p>Por ejemplo, si una persona va caminando por la calle y le cae encima un ventanal que se desplomó del piso 30 de un rascacielos, es un acto fortuito que propició una muerte verdaderamente accidental.</p>
<p>Las muertes trágicas totalmente prevenibles, son las que en realidad parten el corazón; sobre todo si la negligencia fue la causante de tan terrible evento.</p>
<p>El avionazo que le costó la vida a la mayoría de los integrantes del equipo Chapecoense de Brasil, no fue un accidente, sino un homicidio perpetrado por un hombre, al que sólo le importaba el dinero.</p>
<p>Así de fuerte lo digo; porque en realidad fueron la avaricia y la negligencia del piloto las que propiciaron que la aeronave se precipitó a tierra, ocho kilómetros antes de llegar a su destino.</p>
<p>El comandante del avión, Miguel Alejandro Quiroga, sabía que el trayecto que partió de La Paz, Bolivia rumbo a Medellín, Colombia requería cuatro horas y media de vuelo.</p>
<p>El avión que se utilizó para realizar la travesía, un British Aerospace, tenía la capacidad máxima de combustible para estar en el aire por cuatro horas y media.</p>
<p>El piloto sabía perfectamente que cualquier retraso en el espacio aéreo, le costaría la vida a él y sus pasajeros.</p>
<p>Por seguir los lineamientos de ahorro de la aerolínea boliviana Lamia, de la cual él también era socio, el comandante Quiroga no previó en su plan de vuelo una escala técnica para abastecer al avión con gasolina.</p>
<p>Por el contrario, el mismo piloto causante de la tragedia, ya había realizado el mismo recorrido varias veces, y en todas ellas había llegado a su destino final con menos de 10 minutos de combustible en el tanque.</p>
<p>Esa era una práctica permanente de la aerolínea boliviana Lamia, para evitar los altos costos que implica realizar escalas técnicas para reabastecerse de gasolina.</p>
<p>El comandante Quiroga y el dueño de la aerolínea, Gustavo Vargas, siempre confiaban a su suerte y pensaban que en todo momento, podrían burlar a la muerte a pesar de que eran ellos mismos los que la invocaban en cada uno de sus vuelos.</p>
<p>El comandante Quiroga sabía de antemano que un retraso para aterrizar, como sucedió esta vez, se convertiría en una tragedia de proporciones históricas.</p>
<p>Al estar consciente del gran riesgo que corría, el piloto del avión siniestrado cometió un acto de negligencia premeditada y eso para mí equivale a homicidio en primer grado.</p>
<p>Los jugadores del Chapecoense, un modesto equipo del que se conocía muy poco hasta el día de su desaparición, no murieron en un accidente.</p>
<p>En realidad, perecieron a manos de un hombre cuya avaricia y negligencia lo convierte en asesino póstumo, ya que él también perdió la vida en ese avaro intento.</p>