Análisis
Por Dagoberto Márquez
Inaugurada a mediados de 1993, la autopista ha sido motivo de crítica y de cuestionamientos sin comprender que las condiciones de la mayor parte del terreno donde se construyó es casi pura montaña, por lo menos en lo que toca a nuestra entidad. Concebida como un instrumento que apoyaría el ingreso (económico) vía el turismo nacional, la carretera de que hablamos desplegó un conjunto de posibilidades tanto en los niveles de seguridad así como en términos de ahorro de tiempo, comodidad y, sobre todo, de modernidad, un concepto carretero del que el México de antaño estaba ayuno toda vez que las autopistas eran pocas, limitándonos. En aquella época, si bien le llamábamos autopista a toda la vía desde la ciudad de México hasta Iguala, la verdad es que la autopista como tal corría sólo del DF hasta Cuernavaca, no menospreciando la calidad ni el trazo del tramo que corresponde de la capital morelense a la ciudad guerrerense, Cuna de la Independencia, como le llamamos.
Prevista como estimulante turístico principalmente, la vía Cuernavaca-Acapulco fue construida contra viento y marea. Por razones políticas para algunos, como detonante económico para los demás. Fue en las postrimerías del gobierno encabezado por Miguel de la Madrid cuando inició la obra pero fue durante el encabezado por Carlos Salinas cuando realmente se construyó. Sí señor, construida entre 1988 y mediados de 1993, puede decirse que, de la nada prácticamente y teniendo en contra un problema de carácter económico nacional así como un marco topográfico sumamente agreste, la autopista fue trazada y construida entre 1989 y 1992, siendo tres grandes empresas de la iniciativa privada las que la construyeron. Estas fueron: Triturados Basálticos, S.A. (Tribasa), Ingenieros Civiles Asociados (ICA) y el Grupo Mexicano de Desarrollo. La inversión fue multimillonaria y el proyecto fue sustentado bajo el acuerdo de concesión. Esto es, que la obra fue desarrollada con recursos privados, siendo los grupos constructores señalados los ejecutantes y beneficiarios al principio de su puesta en operación. La construcción fue todo un desafío y por si no se recuerda, formó pasivos, enormes, de tal manera que años más tarde el gobierno federal tuvo que entrar el rescate financiero de los grupos en cuestión. El hombre que planteó la construcción de la obra fue José Francisco Ruiz Massieu, único que, paradójicamente, no estuvo presente el día de su inauguración.
La autopista contiene un conjunto de elementos técnicos que en aquella época le merecieron ser calificada como una de las más modernas del mundo. El ancho de la misma y sus respectivos acotamientos de más de un metro de ancho por cada lado, su muro de concreto central, sus sistemas de drenaje, la suavidad de sus curvas y pendientes, sus elementos de visión nocturna, sus dispositivos de primeros auxilios, sus túneles y enormes puentes, hablaban de ello. Y fue magnífico, de verdad. Con un ahorro de tiempo sustantivo en el recorrido hasta el Distrito Federal, la autopista de altas especificaciones fue de lo mejor, hasta que por causas naturales el terreno en muchos de sus lugares de asentamiento empezó cobrarnos la factura, abriendo la puerta a una interminable como incómoda tarea de mantenimiento, re-encarpetamiento y demás, sobre todo en los tramos donde el suelo al que nos referimos es blando o inestable, de tal forma que ha habido lugar a re encarpetar. Sí, a colocar nuevas capas de material asfaltado a fin de subsanar lo que la naturaleza destruye en obras así.
Pero la infraestructura ahí está y está bien. ¿O imagina usted la época presente sin esa vía de comunicación? No, verdad. La vía era necesaria, por muchos motivos. Si usted recuerda, cada época de vacaciones o de “puente” eran muchos los accidentes y muchos más los muertos que año tras año nos dejaba como saldo la supuesta distensión vacacional, sobre todo en el tramo que comprende de Mezcala a Chilpancingo y de Chilpancingo a Tierra Colorada, lo cual era espeluznante por si usted nunca lo vio. La idea fue entonces bajar el índice de siniestros también y mejorar las condiciones para la transportación de todo tipo de cosas entre la capital del país y el puerto y eso estuvo muy bien aunque, como ya dijimos, el que haya sido construida en las condiciones y coyuntura en que se hizo obligó a la cuota que pagamos, la cual si se mira bien no es tan alta como en realidad podría ser. Con un aproximado de 200 kilómetros y un mejor trazo, la autopista de que hablamos permite llegar al puerto en sólo 3 horas si se parte del Distrito Federal. Antes de su construcción era el doble de tiempo en promedio y mucho más peligroso el hacerlo, recuérdelo.
Estimado lector, Fina lectora, la caída de taludes o de muros de contención que a veces presenta la obra, es normal. Sí, normal porque en toda obra de ingeniería carretera esas cosas suceden a veces. Y suceden por diversas causas, entendámoslo. Movimientos sísmicos, reblandecimiento por el efecto de las lluvias y cosas así. Pero la obra es segura y ahí está. Si a veces hay siniestros y accidentes eso es resultado de la imprudencia humana. Recuerde que la noche del día de su inauguración, una persona que conducía a exceso de velocidad se impactó en el lugar mismo de la ceremonia. Sí, una camioneta pick-up se impactó a muy alta velocidad contra la parte trasera de un trailer de plataforma que transportaba maquinaria pesada y el resultado no se hizo esperar. Fue el primer accidente automovilístico donde la unidad motriz de que hablamos quedó como acordeón. Imprudencia humana. No hay más. El incidente ocurrió justo en la curva que desemboca al puente Solidaridad en lo alto del Río Balsas y la persona fallecida transitaba desde Cuernavaca, no recordando de mi parte ni su nombre ni su profesión. El puente citado mide casi un kilómetro de longitud.
Y la obra de ingeniería civil de que hablamos ahí está. Y las bondades de su uso también. Y fue tal su aceptación que a partir de eso, otras obras de ingeniería similar se empezaron a construir en otras partes del país, habiendo hoy en día muchos tramos de 4 carriles y de mucho muy buenas especificaciones que unen puntos y ciudades por aquí y por allá. Tan es así que los gobiernos subsiguientes han hecho de la obra carretera una constante que nos coloca como un país con muy buenos índices de infraestructura y de modernidad, sin menoscabo del atraso que tenemos en otras materias. Y no se preocupe, las asentamientos del terreno tarde o temprano pararán. Esto quiere decir que los desprendimientos de roca y de tierra en algunos puntos de su trazo concluirán. Esto quiere decir que a pesar de que de vez en vez el subsuelo en algunas partes de su trazo se reblandece, los trabajos de compactación y de re-encarpetamiento seguirán, y seguirán porque toda obra carretera cuyo trazo obligue a construir así, obliga a considerar adicionalmente, trabajos de mantenimiento, de rectificación y de conservación, nada más. Si usted mira correctamente observará que en el suelo del estado de Morelos y en los tramos donde la autopista cruza montañas rocosas aquí en Guerrero, la autopista de referencia no requiere todavía de ningún tipo de compactación. Es más, hasta hace no mucho, la vía de que hablamos mantenía la pavimentación y hasta la pintura (rayas) original. Eso nos indica que el problema, muchas veces exaltado de la supuesta o real inseguridad, es relativo y que lo que hay que entender es que una obra carretera es comúnmente así, una suerte de proceso a más largo plazo donde se presentan imponderables que, a querer o no, hay que “apechugar”. Lo ideal sería que el costo de la cuota disminuyera pero de eso ni lo sueñe, no por el momento al menos, tal vez después. El costo económico de este tipo de infraestructura es enorme y como ya dijimos, su proyección, construcción y desarrollo redunda en la integración de pasivos que, bueno, para qué hablar de eso, mejor imaginémoslos por lo enorme y cuantioso de sus números y ya.
Pero la autopista es de altas especificaciones, cómoda, panorámica y segura y si usted la transita en su propio auto hágalo responsablemente y con eso todo estará bien. Con eso es más que suficiente, no se arrepentirá. Ahora que, si usted no quiere hacerlo, pues transite por otras vías de comunicación federal y ya está, qué más da. ¿Le parece?.
Es todo.