México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
Aunque no haya habido guerra contra Siria, gracias a la intervención de Rusia y la rápida reversa que le metió Barack Obama (el “Premio Nobel de la Paz”), a sus llamados a bombardear cuando se dio cuenta de que nadie lo apoyaba, no va a haber discusiones sobre la “reforma migratoria” en la Casa de Representantes este otoño.
La “reforma” está muerta, y los intentos de “revivirla” suenan a vudú y zombis. Peor aún, los llamados de algunos profesionales que reciben salarios para “mantenerla viva” y “no dejar que se muera”, suenan como a parientes dolidos después de la muerte de alguien muy querido, en completa negación.
Dicen los apoyadores de la fallecida iniciativa que el 5 de octubre van a hacer todo lo anterior, desde “impedir que muera” hasta “revivirla” en caso de que esté muerta, por medio de una serie de acciones a nivel nacional. Volverán las marchas, ahora bajo el lema de “reforma con dignidad”, lo cual no suena mal porque la ya agusanada S 744 no tiene nada de digna y sí mucho de falta de respeto a las comunidades inmigrantes, pero por desgracia le vuelven a meter, junto con pegado, el famoso “camino a la ciudadanía”.
Dicen los chismes dentro del movimiento que la verdadera historia de lo de la “ciudadanía” se dio porque en las discusiones iniciales, hace un año casi, sobre la mentada reforma, los líderes del Partido Demócratas admitieron que no tenían los suficientes votos dentro de su propio partido para lanzarse por una reforma.
El argumento para convencer a los Demócratas más opuestos fue que, estadísticamente, un 80 por ciento de los inmigrantes que se naturalizan ciudadanos, se registran para votar y votan, lo hacen por el Partido Demócrata. Lo que se necesitaba entonces era que todos los indocumentados se hicieran ciudadanos, y los Demócratas gozarían de unos 8 millones de nuevos votos en su favor.
Nomás que los Republicanos no se los quieren dar. Si se los dan, sería como hasta el año 2030.
El Año Electoral
Insisten también los profesionales del cuento de la “reforma”, en que “es mejor agarrar ahora lo que se pueda y luego lo mejoramos”, y en que “más vale hacerlo ahora porque el próximo año es electoral y no se puede aprobar nada”.
Para mí los dos argumentos son más falsos que una moneda cuadrada de tres dólares. No conozco, hasta la fecha, una sola ley que se haya “mejorado”. Generalmente las leyes se aprueban cuando la situación real ya no se puede controlar por una legislación anticuada, y las leyes duran 20 años, no “se mejoran” ni al próximo año ni al siguiente. Si nacen chuecas, chuecas se quedan un par de décadas y punto.
O tres décadas, que sería el ejemplo de la inmigración. Curiosamente, la última gran “reforma migratoria”, la famosísima amnistía de 1986, nunca “se mejoró”. Por el contrario, se empeoró bastante en 25 años. Primero con las “reformas” de Bill Clinton y el Partido Republicano de Newt Gingrich, a mediados de los 1990’s, y luego con la aprobación en abonos de 2006 a la propuesta de Jim Sensenbrenner, cuando se aprobó el muro en la frontera y demás.
El otro argumento es también falso porque precisamente aquella “amnistía se aprobó en un año electoral. De hecho, la mayoría Republicana en el Senado, bajo la presidencia de Ronald Reagan, presentó la propuesta pocos meses antes de las elecciones intermedias. Dicen los estudiosos que la intención era ganar votos latinos precisamente en esas elecciones para el Partido Republicano.
Nomás que les falló la estrategia. Las elecciones llegaron antes de que Reagan firmara la ley, y los Republicanos perdieron estrepitosamente su mayoría en el Senado. Reagan la firmó a la semana siguiente.
A mí se me hace que en vez de tratar de hacer zombis, los profesionales de la “reforma migratoria” debían gastarse lo que les queda de dinero este año en prepararse para el que sigue, con todo y que sea “año electoral”. Para el caso, cuando millones de inmigrantes marchamos en 2006, también era año electoral. Más aún después de que Barack Obama declaró que no va a parar las deportaciones ni a ampliar DACA ni nada, para esperar a que “el Congreso actúe” sobre la inmigración.
Obama (y los Demócratas), van a estar más presionados para actuar en 2014, precisamente porque será año electoral, y porque marcará el sexto año de su promesa incumplida de reforma. Los Republicanos estarán presionados porque saben que los votantes inmigrantes los van a repudiar más que nunca.
Este año, mejor nos dedicamos a tratar de parar las deportaciones que a crear zombis…
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