Lavadora de almas

<p><strong>America</strong><strong>’s Voice</strong></p>
<p>&nbsp;&nbsp; Me enterneció un reportaje del Canal 7 local de la ciudad de Albuquerque, Nuevo México, destacando que la compañía Whirpool le regaló una lavadora y una secadora de lujo al joven indocumentado que rescató a una niña que había sido secuestrada en su vecindario de la ciudad neo mexicana.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Narraba el reporte que las instrucciones de envío de los enseres decían que serían entregados a un “VIP” o una “Persona muy Importante” y que todo debía manejarse con guantes de seda. El día del secuestro de la niñita, el joven hispano se encontraba lavando ropa en casa de su suegra porque su máquina de lavar y su secadora no servían. Ahí fue testigo ocular del secuestro y persiguió en su auto al responsable hasta que pudo frustrar el plagio.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Una persona muy importante o VIP.&nbsp; Eso es lo menos que muchos sectores piensan sobre los indocumentados porque la falta de un papel los deshumaniza y los vuelve invisibles aunque estén ahí a diario llevando a cabo importantes labores: pizcando lo que comemos, cocinándolo o sirviéndolo en restaurantes, cuidando los hijos de otros, limpiando sus patios, casas y oficinas, construyendo casas y edificios. Otros esperan aportar su profesionalismo en diversos rubros mientras llevan a cabo labores que nada tienen que ver con lo que estudiaron o lo que son porque una vez más su falta de documentos lo impide. Otros más son jóvenes estudiantes que aspiran a convertirse en nuestros futuros líderes si la nación que los vio crecer se los permite.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; O como este joven, pueden ser héroes cuya rápida gestión impidió que el secuestro de la niñita terminara en tragedia y lo hizo sin importarle su situación migratoria y si esto finalmente lo afectaría en un estado como Nuevo México donde las políticas estatales sumadas a las federales le hacen a diario la vida de cuadritos a las personas sin documentos.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Indocumentados que muchos usan para avanzar sus agendas políticas: unos que aseguran querer ayudarlos, y otros que los satanizan.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Me imagino que al ser testigo de un crimen el joven tendrá algún tipo de amparo así sea temporal.&nbsp; Me pregunto cómo el programa Comunidades Seguras que será nacionalizado ha incidido en que menos personas sin documentos quieran colaborar con las autoridades así sean testigos – como este joven-, o víctimas de crímenes. Me cuestiono si la hazaña del joven sería razón de peso para evitar una futura detención o deportación bajo las nuevas guías sobre deportaciones.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; ¿O qué dirían de la acción de este joven los aspirantes a la nominación presidencial republicana que este miércoles debaten desde la Biblioteca Ronald Reagan en Simi Valley, California? ¿Que las leyes son las leyes y debe ser deportado?</p>
<p>&nbsp;&nbsp; ¿Qué diría Ronald Reagan, el presidente republicano que promulgó una verdadera amnistía en 1986? Al promulgarla afirmó que “las cláusulas de legalización de esta acta irán muy lejos en mejorar las vidas de una clase de individuos que ahora tienen que esconderse en las sombras sin acceso a muchos de los beneficios de una sociedad libre y abierta. Muy pronto muchos de estos hombres y mujeres podrán salir a la luz y finalmente, si lo deciden, pueden convertirse en estadounidenses”.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Estoy segura de que muchos de estos aspirantes republicanos, con sus posturas extremistas o a lo sumo ambivalentes y acomodaticias, quisieran borrar esa incómoda página de la amnistía de la historia de su héroe político y de su partido.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; El joven héroe, Antonio Díaz Chacón, demostró su brillo como ser humano como tantos otros indocumentados que a diario lo demuestran. La lavadora y secadora que le regalaron sólo le facilitan el quehacer a su familia. Lavar y secar su ropa.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Pero los otros, los mercaderes del sufrimiento y la incertidumbre de esos indocumentados, los que sólo los explotan con fines políticos, necesitan lavarse el alma.</p>
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Maribel Hastings