LA COLUMNA VERTEBRAL
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por Luisa Fernanda Montero
Hasta hace muy pocos años, cuando el hombre carecía de las maravillosas herramientas que le ha dado la modernidad, la muerte era un asunto de jóvenes; muy pocos llegaban a la edad madura y muchos no alcanzaban la adolescencia.
Antes de que llegaran al mundo anestésicos, penicilinas y otros antibióticos la vida del hombre era corta y dolorosa, muy dolorosa. Hoy los umbrales del dolor son desconocidos para la mayoría gracias a misteriosas sustancias liquidas o compactas con poderes mágicos que sorprenderían a cualquier alquimista de la edad media; pero no podemos abusar.
Los agentes patógenos que transmiten enfermedades mortales o al menos muy molestas siguen existiendo y el mundo se enfrenta a la posibilidad de que los antibióticos pierdan su poder.
Pero no vayamos tan lejos, quedémonos en los ataques cotidianos que pueden venir camuflados en los alimentos, el agua no procesada o el simple y puro descuido.
Los baños públicos por ejemplo, y los de casa, si no se toman las precauciones del caso, son foco de infecciones, pero no solo ellos, computadores y teléfonos suelen estar llenos de microscópicos enemigos de nuestra salud.
Por eso es fundamental tomar precauciones. Además de mantener nuestro entorno lo más limpio posible, debemos lavarnos las manos frecuentemente. Lavarse las manos, después de ir al baño, antes y después de manipular alimentos o tener acceso a ciertas superficies, recoger basura o heces de animales, lidiar con una persona enferma o cambiar pañales puede evitarnos muchos dolores de cabeza.
Al lavarnos las manos estamos evitando la transmisión de gérmenes de persona a persona y evitando por tanto que lleguen a toda una comunidad, como lo recuerdan los Centros de Control de Enfermedades -CDC- cuando indican que debemos hacerlo, además, con mucho cuidado.
No se trata de mojar las manos y sobarlas con el jabón rápidamente, se trata de restregarlas y tener especial cuidado en las zonas que están entre los dedos y debajo de las uñas. La idea es lavarlas completamente por encima y por debajo y hasta la muñeca.
Si no hay agua y jabón, puede usarse una solución desinfectante que contenga al menos un 60 por ciento de alcohol, claro, teniendo en cuenta que este tipo de soluciones eliminan ciertos gérmenes, pero no todos.
El simple acto de mantener las manos limpias puede mantenernos lejos de ciertas enfermedades respiratorias y estomacales y protegernos de los ataques de desagradables salmonelas, E. colis, norovirus y adenovirus entre otros gérmenes que además pueden generarnos infecciones cutáneas e irritaciones en los ojos. ¿Cuántas veces nos llevamos las manos a la cara sin pensar?
Solo como punto de referencia, podemos pensar en que, de acuerdo con los CDC, más de 2,2 millones de niños menores de cinco años mueren cada año en el mundo por enfermedades infectocontagiosas como la diarrea o la neumonía; lavarse las manos puede proteger al menos uno de cada tres niños con diarrea y uno de cada seis niños con infecciones respiratorias como la neumonía.
Diariamente debemos compartir con millones de seres, baños, barreras, escaleras, metros, buses y demás. ¿Cómo saber quien puso antes la mano justo ahí? Más vale prevenir que lamentar.
Hábitos higiénicos tan sencillos como el correcto lavado de las manos pueden salvarnos la vida, o al menos, nos evitarán serios dolores de cabeza. Así que ¡a lavarse las manos!