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<p><a class="highslide" onclick="function onclick() { return vz.expand(this) }" href="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2009/07/930johnson03240… loading="lazy" class="alignleft size-full wp-image-675" title="930johnson0324092" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2009/07/930johnson03240…; alt="930johnson0324092" width="144" height="90"></a> Cuando era un niño, Eugene Johnson compartió su pasión por las artes marciales con un amigo cercano en su barrio natal de Logan Heights.</p>
<p> Juntos participaban en competencias de artes marciales, algo que se le daba muy fácil al amigo de Johnson.</p>
<p> “Él podía simplemente mirar una película de artes marciales y agarrar los movimientos sin ningún problema”, dijo Johnson. “Él era bueno por naturaleza pero sencillamente tomó el camino equivocado”.</p>
<p> Su amigo se unió a una pandilla, fue condenado por homicidio y enviado a la cárcel en donde todavía se encuentra.</p>
<p> Johnson, ahora con 45 años de edad, ocupa su tiempo tratando de prevenir a otros niños de cometer los mismos errores. En su gimnasio en El Cajón Boulevard en City Heights, Johnson enseña clases de artes marciales impartidas después de las actividades escolares y maneja un programa para adolescentes, quienes han sido descubiertos faltando a la escuela o llegando a sus casas pasada la hora acordada por los padres.</p>
<p> Johnson forma parte de la Comisión de Prevención e Intervención de Pandillas de la ciudad. Él es el mentor de más de dos docenas de niños, desde alumnos de quinto grado de la escuela Porter Elementary hasta infractores juveniles de Camp Barrett, un centro rural en la parte oriental del condado.</p>
<p> Johnson atribuye su propia habilidad de mantenerse en el camino correcto a su padre, quien según Johnson, trabajó duro para inculcarle buenos valores a su hijo. Cuando Johnson era un adolescente se le acercaron para proponerle que se uniera a una pandilla pero nunca lo tentaron, comentó. “Mi papá me hubiera dado una gran paliza”, dijo Johnson.</p>
<p> Sus experiencias lo han llevado a la conclución de la necesidad que existe de tener un modelo positivo para los niños. Es especialmente importante, dijo él, ya que el número de pandillas van en aumento y además porque los niños están siendo bombardeados por imágenes de violencia transmitidas por la televisión.</p>
<p> Su relación con la juventud de San Diego no se detiene ni por su largo viaje diario de su casa en Yuma hasta su trabajo en City Heights. El centro de sus operaciones es en “Unity Tech Fitness Center”, el cual él comenzó hace una década atrás después de haber trabajado durante 17 años en el Departamento de Agua Potable de la ciudad. Sin embargo, el centro es mejor conocido por sus clases de artes marciales, pero siempre significó más que solo eso, expresó Johnson. “Nosotros queríamos trabajar en la mente, cuerpo y alma”, agregó.</p>
<p> Esa es la razón por la cual él creó un programa después de clases escolares donde los estudiantes pueden realizar sus tareas de la escuela y tomar clases de actividades físicas. Johnson cobra por su programa, pero muchos estudiantes que no pueden pagar, no pagan. Johnson, quien es también un predicador, ofrece clases gratis en el centro sobre el estudio de la Biblia.</p>
<p> El amplio espacio del lugar refleja sus múltiples usos. El salón tiene una área espaciosa con colchonetas en el piso, además cuenta con un área de máquinas de pesas y bolas de ejercicio. Sobre un espejo se encuentra escrita la frase: “Yo puedo hacer todo lo que me proponga a través de Cristo, quien es el que me fortalece”.</p>
<p> En una área contigua, hay computadoras para que los niños realicen sus tareas. Al otro extremo del centro hay un mostrador en donde Johnson vende agua y bebidas energetizantes como parte de su pequeño estante de venta. No muy lejos, se encuentra una mesa llena con piezas de ajedrez que algunos estudiantes están haciendo como parte de las clases de cerámica.</p>
<p> Las clases de artes marciales se llevan a cabo tres veces por semana para adultos y para niños, incluyendo aquellos a quienes sus pagos son exonerados por que no les alcanza para pagar las clases. Pero los estudiantes dicen que éstas son más que clases, gracias a Johnson.</p>
<p> “Es más como si fuera otra familia”, dijo Stacy Sánchez, de 15 años de edad quien ha estado recibiendo clases con Johnson por muchos años junto a sus otras dos hermanas mayores; 16 y 18 años respectivamente.</p>
<p> Su padre las inscribió en este centro ya que él quería que sus hijas tuvieran un deporte del cual pudieran formar parte. Los estudiantes de Johnson provienen de diferentes medios: referencias de parte de escuelas y de la policía; así como gente que ve el rótulo por la calle y decide parar y preguntar; además por referencias de otras personas.</p>
<p> Las hermanas dicen que Johnson presta mucha atención a la vida de ellas preguntándoles acerca de su familia, asegurándose de que lleven sus libretas de notas para que él pueda verificar su progreso en la escuela y ayudándoles personalmente a buscar becas escolares.</p>
<p> Ellas comentaron que Johnson, a quien ellas llaman “Maestro”, habla con ellas acerca de sus vidas antes y después de sus clases. Mantenerse callado no es una opción.</p>
<p> “Cuando tú no dices nada, él pregunta”, dijo Jazmine Sánchez, de 18 años de edad quien es una estudiante de la Universidad de San Diego State.</p>
<p> Ella dijo que Johnson le ayudó cuando se sentía abru-mada por ser la hermana mayor de la familia.</p>
<p> Un poco después de que las hermanas se inscribieran en las clases, Johnson habló con Jazmine y con el padre de ella acerca de la importancia de ser un modelo a seguir para sus hermanas. Él le dijo a ella que con un arduo trabajo ella podía guiar la clase como “una sargenta de armas” tomando ciertas responsabilidades como asegurándose que los estudiantes más pequeños tengan sus cinturones correctamente atados.</p>
<p> “Ese fue un momento crucial”, dijo Jazmine. “Eso me ayudó afuera de las clases también porque ahora yo sé que yo puedo realizar cualquier cosa. Yo puedo lanzarme y ser una líder”.</p>
<p> Ella y sus hermanas no están envueltas en drogas o con pandillas; comentaron que Johnson les ayuda a no salirse del buen camino. Johnson ha recuperado niños con serios problemas, incluyendo a un niño a quien Johnson convenció para que dejara la vida de las pandillas.</p>
<p> Las hermanas Sánchez dicen que los estudiantes que se portan mal, incluyendo cometer el pecado de faltar el respeto a sus padres, recibe como castigo un fuerte régimen de pechadas sobre los nudillos de las manos en vez de realizarlas sobre las palmas de las manos. Ellos también reciben charlas de corazón a corazón de Johnson; éstas pueden hacer que los estudiantes suelten el llanto mientras él les cuenta cómo sus padres los aman y les recuerda a ellos sobre todas sus buenas cualidades.</p>
<p> Johnson es frecuentemente severo, pero posee un extraordinario sentido de cuándo implementar un amor duro con los niños y de cuándo adoptar una postura más suave basado en como los estudiantes están respondiendo a sus palabras.</p>
<p> Los estudiantes dicen que aprender artes marciales es también muy divertido y ayuda a liberar el enojo y la ansiedad acumulada. “Cuando yo me extreso mucho, él me hace trabajar bastante”, comentó Jazmine Sánchez.</p>
<p> Durante una clase reciente, Johnson ayudó a las hermanas con una serie de ejercicios, enseñándoles a desarmar atacantes amenazándolas con cuchillos de plástico y con palos de madera. Ellas tomaban turnos tratando de deshacerse del arma y tirándose la una de la otra en las colchonetas del salón.</p>
<p> Johnson les ofreció comentarios y mostró ciertos movimientos a las muchachas. Él se movió con mucha facilidad para ser un hombre de 5 pies y 10 pulgadas de altura, y de un peso de 286 libras; balanceándose sin problema con una pierna para mostrar las patadas veloces y los bloqueos.</p>
<p> La mayoría de veces él es muy serio mientras enseña, pero ocasionalmente él suelta una sonrisa. Mientras las hermanas practicaban un movimiento que les causaba problemas, Johnson se reía cuando las muchachas dejaban caer el palo de madera sobre el suelo para liberar sus manos y así contener a los atacantes.</p>
<p>“¿Por qué vas a soltar el palo de madera?”, comentó Johnson, sonriendo mientras movía su cabeza.</p>
<p> Además del programa de artes marciales, Johnson maneja un Programa de Desviación para estudiantes que han sido descubiertos llegando a sus casas más tarde de lo acordado con sus padres o por absentismo escolar. El Departamento de Policía envía estudiantes a Johnson, quien no recibe pago por estas clases. Johnson trata de obtener fondos para muchos de sus programas, pero no ha tenido éxito, fundando la gran mayoría de programas con dinero de su propio bolsillo.</p>
<p> Al inicio de las clases, Johnson explica su filosofía. “Este lugar es todo sobre respecto”, les explica a sus estudiantes.</p>
<p> Eso significa que los estudiantes deben de llevar sus grandes camisas blancas metidas adentro de sus pantalones durante las clases y se refieren a Johnson como “Señor”; un acto de respeto que Johnson espera que los estudiantes lo lleven a sus hogares.</p>
<p> Algunos días los estudiantes del Programa de Desviación trabajan en cerámica. Johnson además enseña una serie de ejercicios desde estiramientos hasta saltos de tijeras, golpes, puñetazos y ganchos. En otra clase reciente, motivó a unos adolescentes a aumentar su energía mientras él sostenía el saco de boxeo para que ellos lo golpearan.</p>
<p> “Yo no obtuve estos trofeos sólo examinando estos movimientos”, les dijo a los muchachos, señalando una esquina del salón. “Yo no me defendí a mí mismo en las calles sólo con estos movimientos”. Luego añadió, “Ustedes lo están haciendo muy bien, pero sólo tienen que poner un poquito más de esfuerzo en esto”.</p>
<p> Enseñar artes marciales y técnicas de boxeo suenan una estrategia un poco extraña como una forma de enseñar a niños a evadir problemas. Pero Johnson dijo que él realmente está fortaleciendo la confianza de los estudiantes para que ellos puedan salir de malas situaciones.</p>
<p> “Ellos no tienen que probar nada”, dijo él. “Yo no he tenido ningún estudiante en esta clase que haya salido de aquí a meterse en una pelea”.</p>
<p> Johnson además lamenta la falta de modelos positivos para muchos niños. Eso lo llevó a formar el programa de guía “Brothers Helping Brothers”. Hasta ahora, nueve hombres se han inscrito para ser mentores de un aproximado de tres docenas de niños. Johnson es un mentor personalmente de muchos estudiantes, llevándolos a pescar y ayudándoles a resolver sus problemas con largas charlas.</p>
<p> “Él tiene una comunicación muy especial con ellos”, dijo Kevin Jones, un amigo desde hace mucho tiempo atrás y pastor de la Iglesia de Cristo de Nacional City, quien ayudó a Johnson a comenzar con su programa de mentor. “Muchos de estos niños que ya han madurado, han regresado. Ellos sienten un gran respeto por él”.</p>
<p> Además de este programa, Johnson viaja a Camp Barrett dos veces por semana para hablar con adolescentes que han sido condenados por crímenes que involucran armas. Ellos pueden presentar un frente resistente pero Johnson encuentra a los adolescentes muy deseosos de cambiar sus vidas.</p>
<p> “Muchos de estos niños andan caminando por las calles con una máscara puesta”, dijo él. “Ellos no pudieron venir del vientre de sus madres siendo violentos”.</p>
<p> Johnson dijo que con muchos adolescentes con los que él habla en Camp Barrett “reconocen sus errores y se arrepienten de ellos”. Él ayudó a un niño, quien fue recientemente liberado a encontrar trabajo.</p>
<p> Cuando Johnson se encuentra en Camp Barrett, él recuerda con más agudeza a su amigo de infancia y de lo que su vida atrás de las rejas tuvo que haber sido.</p>
<p> “Eso verdaderamente me duele en el corazón de ver el camino que él tomó”, dijo él. “Yo no quiero nunca ver a ninguno de estos niños sentirse de la misma manera”.</p>
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