México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
…dudo que se acabe la rabia. Murió Osama Bin Laden, o eso dijo el presidente Barack Obama, y es obligado hablar del tema en esta columna.
Es obligado porque el tal señor nos causó, y aquí me refiero tanto a los Estados Unidos de Norteamérica como país como a los residentes de México del Norte, uno de los peores sinsabores de la historia, con aquello de que sus acciones resultaron en que nosotros éramos, todos, sospechosos de ser terroristas por ser extranjeros.
La acción de un pequeño grupo de extremistas afiliados con Osama Bin Laden causó una cantidad de gastos y números que todavía está lejos de terminar. Para comenzar, el ataque a las Torres Gemelas costó poco menos de 3 mil muertes, 2,752 para ser exactos, una vez que las cortes de Nueva York descalificaron a 40 personas que nadie pudo comprobar que habían muerto porque nadie pudo comprobar que habían vivido, condición imprescindible para poder morirse. Su problema, como el de millones de personas de este lado de la barda, es que eran indocumentados, trabajadores de las Torres cuyos trabajos no estaban en ninguna nómina por aquella costumbre de pagarles en efectivo para que luego el patrón no salga responsable de contratar despapelados.
Después se cayó la Bolsa de Valores y de paso la industria aérea, que necesitó un fondo emergente de 15 mil millones de dólares para mantenerse a flote. A la fecha, quienes usan aviones pagan, se calcula, 8 mil millones de dólares anuales para costear la “seguridad aeroportuaria” antiterrorista, aunque nomás hayan pescado un burdo intento de atentado con una bomba en los zapatos.
Luego se disparó el precio del petróleo cuando Estados Unidos invadió Irak, aunque Osama estaba en Afganistán y ninguno de los atacantes del 11 de Septiembre era de Irak. Durante 6 años, esa guerra costó 500 millones de dólares al día, propiciando el déficit presupuestario que hoy los gobiernos quieren compensar subiéndole los impuestos a los cigarros y destruyendo programas sociales en estados, ciudades y condados.
La Cuenta Sigue…
Después vinieron las muertes. Según los últimos números de www.antiwar.com, hasta hace una semana habían muerto 4452 soldados estadounidenses; 4311 de ellos desde que George w. Bush dijo “misión cumplida”.
Esas son las muertes de soldados, pero según WikiLeaks, los documentos “secretos” del gobierno gringo revelados en el 22 de octubre del 2010, basados en 54 mil 910 reportes del ejército, hubo por lo menos 109 mil 032 muertes violentas en Irak entre enero de 2004 y diciembre de 2009. Los reportes están divididos en cuatro categorías, “Civiles”, 66 mil 081 muertes; “Nación Huésped”, 15 mil 196 muertes; Enemigos, 23 mil 984 muertes, y “Amigos” 3 mil 771 muertes. Además, claro, hay que contar a los más de 30 mil soldados estadounidenses heridos, suicidados, discapacitados de por vida, mutilados y demás.
Obvio señalar que el 80 por ciento de las muertes, unas 90 mil, fueron de civiles. Según la página de Internet www.IrakBodyCount.org, la cuenta puede ser mayor, unas 150 mil muertes, de las cuales alrededor de 122 mil eran civiles. Y peor aún, investigadores de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos y de la firma de investigación inglesa Opinion Research Business, la cuenta real puede ser de 1 millón 200 mil muertes violentas en Irak, de personas que no hubieran muerto si no hubiera habido invasión.
Y a esa cuenta hay que agregarle otra. No tengo los datos completos, pero en el año fiscal 2005-2006 La Migra deportó 206 mil inmigrantes; en el 2006-2007 fueron 276 mil 912; en el 2007-2008 el número subió a 338 mil, y en el primer año de Obama el número brincó a 387 mil 790. El año pasado el numero de deportados fue de 392 mil 862. Este año la meta de Obama, según Janet Napolitano, es de 500 mil.
En total, será un millón 700 personas, que bien pueden echarle la culpa a Osama Bin Laden de haber sido removidas de sus casas, trabajos y familias.
Ahí está la cosa. ¿Si ya murió Osama, no habría manera de que Obama nos quitara la manota de encima? Se supone que todo inmigrante era sospechoso de terrorismo porque los atacantes de las Torres eran extranjeros lidereados por Osama, pero si el peligro ya se eliminó, pues debían levantarnos el castigo.
Ojalá la muerte de Osama trajera esa consecuencia, pero no lo creo. La guerra contra los inmigrantes sospechosos de ser terroristas no se acabará, igual que no acabará la guerra contra el “terrorismo”, ni acabarán las muertes en Irak y en Afganistán, ni las redadas ni las deportaciones, ni el programa de Comunidades Seguras ni la Polimigra. Entonces, me pregunto, ¿qué estamos celebrando?
Contacto Jorge Mújica Murias at mexicodelnorte@yahoo.com.mx