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<p>Me siento triste, frustrado, molesto, furioso, y cansado. Muy cansado de sufrir esto.<br>
No es justo que por el sólo hecho de no haber nacido con los atributos físicos para ganar millones de dólares, los que sí tienen esta suerte… nos traten como basura, como piltrafas, como apestosos, como limosneros de la información.<br>
La semana pasada tuve la asignación de cubrir el último entrenamiento de los Dodgers en su estadio antes de que el equipo de Los Ángeles partiera a Washington para iniciar su serie de playoffs ante los Nacionales.<br>
La intención era entrevistar a la mayoría de peloteros, para obtener sus comentarios y puntos de vista.<br>
La práctica fue larga, casi dos horas, pero valía la pena esperar porque de acuerdo a los gerentes de comunicación de los Dodgers, los jugadores estarían dispuestos a hablar con los representantes de la prensa.<br>
Antes de continuar con esta crónica, debo explicar que los reporteros no vamos a los estadios para hacernos amigos de los atletas, ni vamos con la idea de tomarnos fotografías con ellos y mucho menos para pedirles un autógrafo.<br>
Nuestra función real es convertirnos en interlocutores entre los jugadores y los aficionados.<br>
Los atletas deben entender que hablar con nosotros no representa un favor personal, sino que se comunican con los fanáticos que pagan sus sueldos millonarios.<br>
Dos minutos antes de que terminara la práctica, un par de periodistas se acercaron al cátcher Yasmani Grandal para pedirle una entrevista.<br>
“¿Me regalarías una plática contigo?”, le preguntó uno de ellos.<br>
Grandal, de manera déspota, tomó una botella de agua para refrescarse y, sin ni siquiera voltear a ver a los reporteros, les dio un rotundo, grosero, y despectivo “no”.<br>
Perplejos por la respuesta, ambos periodistas se quedaron viendo uno al otro sin entender por qué el cátcher de los Dodgers se negaba a hablar con los aficionados a través de sus respectivos medios de comunicación.<br>
Esa tarde habíamos cerca de 30 reporteros esperando hablar con los jugadores de los Dodgers, pero todos nos quedamos con un palmo de narices.<br>
Al terminar la práctica, los periodistas esperamos a los peloteros en la orilla del campo de juego para comenzar las entrevistas, pero de manera inexplicable, solamente dos de ellos se dignaron a atender a la prensa.<br>
El resto de los jugadores, salieron corriendo rumbo al vestidor sin atender las peticiones de entrevista.<br>
Adrián González y Justin Turner fueron los únicos de los 40 peloteros que tuvieron la decencia de hablarle a sus seguidores a través de nosotros los reporteros.<br>
Muchas veces he tenido que enfrentar esta misma actitud por parte de atletas de alto nivel.<br>
Estos deportistas ricos, famosos y poderosos, al momento de pedirles una entrevista me han mirado como pordiosero antes de darme una negativa.<br>
Mi llamado es a la rebelión, a un boicot de todos los medios a no prestar cobertura a aquellos equipos cuyos jugadores tratan a los periodistas como gusanos de manzana podrida.<br>
Sé que lo que pido es imposible, y que es una postura utópica, pero las actitudes como las de la semana pasada en el estadio de los Dodgers me hacen sentir triste, frustrado, molesto, furioso y cansado, muy cansado de sufrir esto.</p>