<p><img loading="lazy" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2019/05/new-americans-m…; alt="" width="300" height="225" class="alignright size-medium wp-image-50399" srcset="https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2019/05/new-ame… 300w, https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2019/05/new-ame… 960w" sizes="(max-width: 300px) 100vw, 300px"></p>
<p>Cuando Génesis Ortega llegó a San Diego, no tenía dinero “ni para comprar un lápiz”, pero eso no le impidió estudiar inglés y encontrar un trabajo para ayudar económicamente a sus padres en Colima, México.</p>
<p>Tenía muy clara la meta de ahorrar para un negocio que instalaría en su ciudad natal, pero eso no ocurrió. Conoció al que sería su esposo y con él formó su propia familia en los Estados Unidos; han transcurrido ya 20 años.</p>
<p>Ortega es una de las mujeres que forman parte del primer taller microempresarial del programa Museo Extramuros que organiza El Museo de los Nuevos Americanos de San Diego, en colaboración con el Southern Sudanese Community Center de City Heights, y que inició con un taller de costura.</p>
<p>“A veces, cuando no tengo el dinero para adquirir algo caro, lo que hago es comprar en alguna tienda Goodwill, pero hay que modificar la ropa, coser la bastilla, por eso empecé a tomar estos talleres, quiero arreglar mis propias cosas y las de mis hijos, tal vez en un futuro crear mi propio negocio”, dijo Ortega.</p>
<p>Como ella, 15 mujeres de distintas nacionalidades toman los talleres que se imparten a refugiados e inmigrantes, a fin de adquirir habilidades que les ayude a integrarse en la sociedad.</p>
<p>“Creemos que podemos enseñarles sin un idioma en específico a través de las artes, eso puede hacer un gran impacto, sobre todo para las personas que recién llegan a Estados Unidos y tratan de comenzar una nueva vida, tal vez les ayude para generar ingresos”, dijo Caitlyn Benjamin, coordinadora del proyecto.</p>
<p>En City Heights, existe una comunidad importante de vietnamitas, pero también hay personas procedentes de Somalia, Etiopía, Perú, México, entre otros países, todos ellos inmigrantes de escasos recursos económicos. “Estamos creando un vínculo para unir a la comunidad”, aseguró Benjamin.</p>
<p>Los grupos son pequeños para dar un apoyo individual, no solo con el taller, sino aprendiendo cómo comenzar su propio negocio y promoverlo en redes sociales, porque muchas de ellas no tienen correo electrónico, el éxito ha sido tal que decenas de personas están en lista de espera para próximos talleres.</p>
<p>Hace cinco años llegó a San Diego Aammouna Abdelawal, procedente de Eritrea, un país africano situado al norte de Sudán. La violencia provocó la salida de su familia que buscaba refugiarse en ciudades de Estados Unidos. Ella y su esposo, junto con sus dos hijos, lograron ser aceptados como refugiados políticos.</p>
<p>“No hay libertad en mi país, no solamente para practicar una religión, sino tampoco para instalar tu propio negocio, comprar una casa, ni siquiera hay trabajo. El gobierno quería que mi esposo realizara el servicio obligatorio policiaco, poniendo en riesgo su vida. (Asi que) nosotros, como muchas otras personas, tuvimos que salir del país”, aseguró Abdelawal.</p>
<p>Siendo practicante de la religión musulmana, ha sido difícil para ella encontrar prendas específicas en Estados Unidos. En ocasiones ordena el chador (túnica que va desde la cabeza hasta los pies dejando el rostro al descubierto) de otros países como Egipto o Sudán, por lo que Abdelawal espera que el taller le ayude a hacer su propia vestimenta.</p>
<p>“El museo nos ayuda bastante. Siempre estoy preguntando sobre alguna clase o actividad; estoy muy contenta de estar en este grupo. La maestra y todas las personas que trabajan aquí son muy amables”, concluyó Abdelawal.</p>
<p>La maestra de costura es la mexicana Leticia Boquiren, quien lleva más de 10 años impartiendo talleres. Cuando el Museo de los Nuevos Americanos se acercó a ella para impartir los talleres, se interesó de inmediato, a pesar de no hablar correctamente el inglés.</p>
<p>“Para mí es interesante dar clases a personas que vienen de otros países. Aunque no hablemos el mismo idioma, nos comunicamos de alguna manera”, dijo Boquiren. “La mayoría no sabía coser, aquí aprendieron a utilizar la máquina, y como su vestimenta es mucho más fácil de coser que la de México o Estados Unidos, puesto que usan faldas o vestidos rectos, las podrán confeccionar fácilmente”.</p>
<p>El taller es gratuito, abierto para mujeres y hombres, y continuará hasta finales de junio. Posteriormente se impartirán clases de tejido y creación de joyería enfocado a la realización de un negocio en el futuro.</p>