<p><a href="/sites/default/files/2017/12/IMG_2415-1.jpg"><img loading="lazy" class="alignright size-medium wp-image-44171" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2017/12/IMG_2415-1-300x…; alt="" width="300" height="200" srcset="https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/12/IMG_241… 300w, https://dev-laprensa.pantheonsite.io/wp-content/uploads/2017/12/IMG_241… 1024w" sizes="(max-width: 300px) 100vw, 300px"></a></p>
<p>Enseñarle a los niños como resolver sus problemas y cómo aprender de sus errores puede parecer algo casi imposible para muchos maestros y padres de familia.</p>
<p>Para Edgar Bautista-Zúñiga, maestro y coordinador de justicia restauradora en la escuela King-Chavez Academies, lograr que los niños mejoren su conducta requiere honestidad y diálogo, a diferencia de simplemente intentar corregir malos comportamientos por medio de castigos.</p>
<p>Bautista-Zúñiga nacio en la Ciudad de México, aunque por motivos familiares vivió etapas de su adolescencia en San Miguel de Allende, Guanajuato, al igual que en otras partes de México.</p>
<p>Con tan solo 19 años, Bautista-Zúñiga decidió irse a vivir en Pasadena, California con dos hermanas que radicaban en esta ciudad del area de Los Angeles.</p>
<p>Poco despues, cuenta Bautista-Zúñiga, decidio partir mas hacia el norte, rumbo a San Jose.</p>
<p>“No me gusto Los Angeles y tambien segui a mi futura esposa quien se iba a estudiar a la Universidad Estatal de San Jose”, reccordo Bautista-Zúñiga.</p>
<p>Mientras vivia en el norte de California, Bautista-Zúñiga comenzo a tomar cursos de ingles, al igual que cursos en un colegio comunitario. Sus estudios lo llevaron a egresarse de New College of California, San Francisco con licenciatura en migración y educación de niños migrantes.</p>
<p>Tras titularse Bautista-Zúñiga y su esposa encontraron trabajo en San Diego y el comenzó a trabajar dentro de King-Chavez Academies.</p>
<p>Durante su segundo año como docente, Bautista-Zúñiga, quien enseñaba arte en ese entonces, comenzó a observar las necesidades y los problemas que enfrentan los niños de su comunidad.</p>
<p>“En esta escuela, la mayoría de los estudiantes o son inmigrantes o tienen padres que son inmigrantes”, compartió Bautista-Zúñiga. “Entonces me enfoque en el poder hacer algo en la comunidad para ayudar a los estudiantes”.</p>
<p>Al siguiente ciclo escolar, como maestro de cuarto año de primaria, Bautista-Zúñiga comenzó a recibir a varios estudiantes con problemas de comportamiento de otros maestros a en su salon.</p>
<p>“No hay muchos hombres en el ámbito de la pedagogía y la educación y el rol del maestro es visto como uno más estricto que el de la maestra,” abundó Bautista-Zúñiga “Asi que a mi me comenzaban a mandar a los estudiantes con problemas de comportamiento”.</p>
<p>“Si alguien se portaba mal le decian, ‘vas al salon del Sr. Bautista’, asi que en mi salon estaba yo con los estudiantes de mi clase y con los demás alumnos que se metian en problemas también”, agrego.</p>
<p>Tras varias incidencias de recibir a varios estudiantes, Bautista-Zúñiga y otros maestros se reunieron para discutir que se podía hacer sobre los problemas de comportamiento de estos estudiantes.</p>
<p>Eventualmente, este grupo de maestros se encontró con un concepto novedoso conocido como “justicia restaurativa”, una serie de prácticas que busca la rehabilitación de una persona por medio de la reconciliación y el diálogo.</p>
<p>Tras aprender de este concepto Bautista-Zúñiga busco recibir entrenamiento en justicia restaurativa</p>
<p>“Tengo un amigo en San Luis Obispo que ha trabajado como oficial correccional y el me entreno como tratar ciertas situaciones con niños que tienen problemas y de conducta y en su casa”, dijo.</p>
<p>Con la información que obtuvo de su amigo, quien tenía 18 años trabajando en correcciones, y con lo que sabía acerca de la comunidad en la que viven sus estudiantes, Bautista-Zúñiga y el director comenzaron a formar el programa de justicia restaurativa.</p>
<p>Dentro de su programa, Bautista-Zúñiga utiliza un modelo en cual un estudiante con mal comportamiento se reúne con los afectados, incluyendo a los padres y en ocasiones a los maestros.</p>
<p>“Estas juntas tienen que ser juntas comunales y tener un punto a seguir para que los niños aprendan que sus acciones tienen consecuencias, pero sin que se sientan presionados”, explicó el profesor. “Mas que nada, se le tiene que dar a los niños la oportunidad de que piensen por sí mismos y las preguntas que hacemos en las sesiones son balanceadas, centralizadas y dejan a los estudiantes entender sus fallas sin hacerles declaraciones acusatorias”.</p>
<p>Afirma Bautista-Zúñiga que en estas juntas lo importante es crear reconciliar la situación, a diferencia de declarar culpables y castigarlos.</p>
<p>“Cuando un niño viene conmigo a una sesion de justicia restaurativa, quiero que aprendan de la situación, si suspendes a un estudiante, este se queda en casa y no aprende nada”.<br>
Bautista-Zúñiga destaca que es debido al trato individual de cada caso y cada estudiante dentro de este programa que se pueden lograr cambios de manera efectiva.</p>
<p>“Usualmente tenemos muy pocos estudiantes que comenten faltas por segunda vez, por lo tanto podemos decir que el programa funciona y es bastante efectivo”.</p>
<p>Aunque la meta de estas juntas nunca incluye forzar amistades o crear harmonía de la nada, Bautista-Zúñiga destaca que de varias sesiones de justicia restaurativa los estudiantes involucrados a veces forman una amistad dentro de su sesión y, en varios casos de “bullying”, ambas partes logran respetarse y tolerarse de manera sincera.</p>
<p>Tras años de impartir esta modalidad de disciplina estudiantil, Bautista-Zúñiga cree que más allá de impulsar la disciplina o dejar algún tipo de legado, lo importante es servir a la comunidad.</p>
<p>“Yo no quiero tener un gafete o una bandera de lider, yo solo quiero trabajar para mi comunidad y ser una persona que advoca por ella”, concluyó.</p>
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