El Poder

<p> <a href="http://laprensa-sandiego.org/editorial-and-commentary/editorial/crisis/…; rel="attachment wp-att-38969"><img loading="lazy" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2017/02/13876545_921740…; alt="" width="300" height="298" class="alignright size-medium wp-image-38969"></a></p>
<p>Uno de los temas que más apasionan al hombre es entender el Poder, cómo nace, cómo se ejerce, por qué se pierde. Bibliotecas enteras están dedicadas a ese tema y después de cientos de años todavía no tenemos respuestas ni fórmulas definitivas para administrarlo apropiadamente.</p>
<p>Desde los más remotos tiempos el Poder ha sido una constante de las relaciones humanas. Carlos Marx explicaba su presencia como el resultado de la lucha de clases, y parecería que en esa parte fueron acertadas sus reflexiones.</p>
<p>Antes, en la época ilustre del pensamiento de los griegos, el historiador Plutarco en el siglo I confrontaba en su extensa obra “Vidas Paralelas” a personajes griegos y romanos describiendo conductas morales y políticas. En su más apasionante libro, dedicado a las vidas de Julio César y de Alejandro El Grande, tiene el mérito de profundizar fundadores de extensos imperios y tomadores de decisiones que modificaron el perfil de su tiempo. </p>
<p>Qué decir de Napoleón, prototipo de la gloria y la derrota y también forjador de etapas de gran intensidad que reflejan el resultado de ambiciones y visiones legítimas y al mismo tiempo de los sentimientos más negativos y egoístas.</p>
<p>En el pasado reciente, el siglo XX vio nacer a personalidades vigorosas que lucharon por crear y defender grandes naciones como Churchill o Gandhi, en destructores como Hitler o Mussolini, rebeldes como el Che Guevara y el recién fallecido Fidel Castro Ruz, ominosos dictadores como Augusto Pinochet o Juan Domingo Perón; populistas como Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría, sacrificados como John F. Kennedy y con saldos contrastantes Richard Nixon, Bill Clinton o George H. W. Bush.</p>
<p>El repaso viene a cuento porque tal parece que no se está aprovechando tanta sabiduría cuando se advierten horizontes de riesgo. El lector perspicaz podrá identificar figuras políticas cuestionadas por su insaciable y descarado apetito por acumular riquezas mal habidas, todos los días se publican escandalosas investigaciones que reflejan impunidad y complicidad; se medra criminalmente con temas tan delicados como la salud, los alimentos, la obra pública y el medio ambiente y se solapan asociaciones vergonzosas con delincuentes organizados. No parece haber límites para las conductas indebidas.</p>
<p>Se impulsan políticas que no tienen sustento en plataformas políticas viables y se juega a favor de reducidos grupos de interés en detrimento de las grandes mayorías. Se persigue por razones de origen, raza, credo o decisiones de género, se anuncian medidas extremas para proteger las fronteras o se impulsa la reversión de políticas de salud que ponen en riesgo los beneficios logrados en lugar de buscar caminos de mejora.</p>
<p>El exceso en el uso del poder sólo puede ser contenido por dos caminos: el de la ciudadanía con sus facultades de sufragio y el de las instituciones que son garantes del orden y de la vigilancia y exigencia del buen gobierno y que hoy están llamadas a ser coto de acciones desorbitadas y temerarias. Es el tiempo de la razón.</p>

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Francisco Barbosa