Por León Bravo
Mentiras, traición, y éxito fueron los ingredientes de la novela que por dos semanas mantuvo al mundo en vilo.
Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro ya forman parte de la historia. Ahora lo que toca es dejar por escrito los pasajes que hicieron de este evento uno de los más dramáticos de los últimos tiempos.
Aquí, los recuerdos de aquellos que por su actuación en la arena deportiva se convirtieron en las estrellas más brillantes del planeta, y los que por su maldad serán recordados por siempre como los villanos de la película.
El Hombre de Oro
Michael Phelps se retiró de las piscinas como el atleta con más condecoraciones olímpicas en la historia.
El nadador estadounidense de 31 años de edad, cosechó en Río cinco preseas doradas y una de plata, para de esa manera terminar su carrera con un total de 28 preseas, 23 de ellas de oro.
Nunca en nuestra vida, ni en las próximas generaciones, se verá otro atleta como Phelps.
El Rayo Jamaiquino
Usain Bolt terminó por cincelar su efigie de leyenda en las pistas de tartán. Revalidando por tercera vez consecutiva su dominio olímpico en la prueba de los 100 metros planos.
Fue un privilegio tener la oportunidad de vivir en la misma época en la que el velocista jamaiquino se convirtió en el meteorito humano que arrasó con todos sus oponentes.
Bolt, de 31 años de edad, también se retiró de las competencias después de Río 2016, eso hace más especial el haber podido ser testigo.
La Reina del Mundo
Con su perfección, poderío, y gracia, Simone Biles se convirtió en la mejor gimnasta que nuestra generación haya podido observar.
La estadounidense sólo puede ser comparada con Nadia Comaneci, la rumana que en los Juegos Olímpicos de Montreal 1976 se convirtió en la única en lograr la perfección.
Con sus cuatro medallas de oro y una de plata en Río de Janeiro, Biles fue capaz de poner el mundo a sus pies.
Malvado y Perverso
Ryan Lochte trató de aprovechar el clima de inseguridad que azota a Río de Janeiro para cubrir su fechoría. El nadador de Estados Unidos inventó que junto a otros tres compañeros fue asaltado a punta de pistola por ladrones que se hicieron pasar como policías. Lo cierto es que el hecho nunca sucedió y todo fue un invento de Lochte para encubrir que la noche anterior había estado en una fiesta hasta altas horas de la noche, y que en su regreso a la Villa Olímpica vandalizó la puerta de un baño en una estación de gasolina para acceder a su interior. Lochte es la fiel imagen de aquellos que por vivir en un país opulento se sienten con el derecho de sobajar, humillar y sabotear el sistema judicial de toda una nación que día a día lucha por salir del subdesarrollo.
La Lacra de Siempre
La delegación mexicana de 126 atletas regresó a su país con tres medallas de plata y dos de bronce en sus maletas. La decepcionante actuación de México no es culpa de sus atletas, sino de sus dirigentes corruptos que una vez más llenaron sus bolsillos de dólares al no destinar los recursos que se les entregaron para darles a los deportistas una preparación que les permitiera lograr el éxito.
De nueva cuenta, fueron los presidentes de las federaciones deportivas y los dirigentes de los organismos federales los que disfrutaron el dinero que recibieron para preparar a los atletas mexicanos.