Comentario:
Por Humberto Caspa
En 1991, Susan Faludi, autor de la obra seminal “Backlash”, comentó que cuando parece que el movimiento de la mujer ha logrado avances sustanciales en su objetivo de encontrar igualdad de derecho con relación al hombre, ocurre una reacción violenta.
En esta misma forma de repercusión negativa normalmente sucede en diversos ámbitos de sociedad norteamericana. Hoy, la reacción violenta se propicia en contra de la población gay, lesbiana, bisexual y transgénero (LBGT) y se ve reflejada en una secuela de proyectos de leyes estatales que no solamente atentan contra sus derechos civiles sino contra los derechos humanos de este grupo.
La semana pasada, el gobernador del estado de Indiana Mike Pence firmó una medida conocida como la “ley para restaurar la libertad de la religión”. Esta nueva ley les da poderes legales a los empresarios e individuos de defenderse contra juicios de discriminación de la comunidad LBGT.
De acuerdo a esta nueva ley, el dueño de un restaurante en Indiana tendría todo el derecho de no contratar a un cocinero gay o una mujer lesbiana por sus creencias religiosas. Este comportamiento discriminatorio de los políticos de Indiana está contagiando a otros legisladores en otros estados, quienes ya están en proceso de legislar otras medidas mucho más radicales.
Por decir, en el estado de California, específicamente en la ciudad de Costa Mesa, un abogado radicalizado por su religión cristiana está haciendo lo imposible para poner, dentro de la agenda de las elecciones del 2016, una Iniciativa draconiana y socialmente corrosiva.
Por supuesto que hay una contra reacción a esta nueva tendencia anti-gay por parte de personas que reconocen sus contribuciones en nuestra sociedad. Otros ven con mucha preocupación a estas nuevas leyes estatales que discriminan y atentan contra la salud social de toda la sociedad norteamericana.
Uno de los grandes críticos a la ley de Indiana y otros proyectos anti-LGBT es Tim Cook, nada más ni nada menos jefe máximo de la empresa Apple.
“Una ola de legislación, introducida en más de una docena de estados permitiría a la gente a discriminar contra su vecinos”, dijo Cook a través de un artículo publicado en el Washington Post”. Luego sentenció, “estos proyectos racionalizan la injusticia al pretender defender algo [la religión] que nosotros queremos mucho y tienen el potencial de deshacer el progreso de décadas hacia una mejor igualdad”.
Otros dirigentes empresariales que condenan este tipo de leyes han empezado a movilizarse y posiblemente estarían “sacando” sus inversiones de Indiana a otros estados que no discriminan. La organización que organiza los deportes universitarios (NCAA) no estaría promoviendo eventos deportes en Indiana. El grupo musical de rock Wilco canceló un concierto en Indianápolis. Y la lista sigue.
Así, Susan Faludi tiene razón. Las familias gay y lesbianas han logrado grandes avances a su favor en cuestiones de derechos civiles e individuales durante los últimos diez años. La reacción de un sector de la sociedad es un “backlash” a los cambios sociales y al progreso del país.
Para que esta tendencia discriminatoria se aplaque es necesario expandir la intención de Ley de Derechos Civiles de 1964, el cual prohíbe la discriminación de cualquier tipo en base a la raza, color, religión, sexo y nacionalidad de las personas. En esta Ley se debe incluir la “orientación sexual” de las personas.
Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com