La Paja en el Ojo Ajeno

México del Norte
Por Jorge Mújica Murias

El Departamento de Trabajo de Estados Unidos denunció esta semana que hay serios problemas y violaciones a los derechos de los trabajadores, entre ellos, el derecho de asociación y el derecho a organizar y negociar colectivamente, falta de protección a miembros de sindicatos, sus fundadores y líderes; represalias contra los sindicatos, disolución de sindicatos e interferencia de los patrones con el derecho a asociarse y negociar colectivamente. También, dice, no hay condiciones laborales aceptables con respecto a salario mínimo, el horario laboral y la seguridad y salud ocupacional.

“Para construir una economía que funcione para todos, debemos defender a los trabajadores en EE.UU. y en todo el mundo”, dijo el Secretario de Trabajo de Estados Unidos, Thomas Pérez, y recalcó que “Cuando es necesario, debemos actuar para asegurar el cumplimiento con las disposiciones laborales de nuestros acuerdos comerciales”.

Como buen policía mundial, Estados Unidos hizo la denuncia de todos estos problemas… en Honduras. Por eso la referencia a los tratados comerciales. Efectivamente, hay un” Capítulo Laboral” en el Tratado de Libre Comercio, entre República Dominicana, Centroamérica y los Estados Unidos de América (CAFTA-RD), y Estados Unidos tiene derecho de meterse en la aplicación de las leyes del trabajo en Honduras y en cualquier país firmante del Tratado.

De hecho, a México le llamaron también la atención hace unos meses por sus prácticas de discriminación contra los trabajadores por sus preferencias sexuales, y contra las mujeres embarazadas.

Ya encarrerado el ratón, Estados Unidos le hizo una bola de recomendaciones a Honduras y le soltó siete millones de dólares a una organización no lucrativa (gringa, claro), para “abordar los problemas.

Cabe aclarar que la lana no es mucha, apenas como dos dólares por trabajador hondureño, que por cierto vive y trabaja en las condiciones en que vive y trabaja gracias al apoyo de Estados Unidos al golpe de estado en aquél país hace algunos años, y a la millonada que le ha soltado al gobierno últimamente para “combatir la delincuencia y el narcotráfico.

En el fondo, parece que la intención es que Honduras no sobre-explote a sus trabajadores y haga “competencia comercial desleal” con micro-costos de producción, y de paso que se estabilice y deje de mandar a tanto chamaco a la frontera gringa.

La Viga en la Cárcel Propia

Por supuesto, Estados Unidos no se queda atrás en violaciones a las leyes del trabajo y en su falta de aplicación. Pero peor aún, es legar sobre-explotar a algunos trabajadores.

Según el Buró Federal de Prisiones, manejador de las cárceles federales, Estados Unidos tiene 2 millones 432 mil personas encarceladas. Es, de hecho, el país con mayor porcentaje de prisioneros en todo el mundo. Por ley, “todos los que no tengan un impedimento físico deben trabajar”. Y también por ley, su salario es de entre 12 y 40 centavos por hora. Una jornada de ocho horas de trabajo se convierte entre 96 centavos y 3 dólares y 20 centavos al día.

Entre ellos hay por lo menos 60 mil inmigrantes, que hacen trabajos de limpieza, cocina y almacén, y también de plomería, pintura y mantenimiento general, incluida la jardinería. Dicen la autoridades que con el trabajo el gobierno se ahorra 40 millones de dólares al año que tendrían que pagarle a trabajadores regulares.

Y también esas leyes se violan. Por eso Anthony Whyte, un inmigrante jamaiquino que lleva cuatro años peleando contra su deportación, acaba de demandar al alguacil del Condado de Suffolk por salarios robados. Alega que el alguacil a veces paga con refrescos o dulces, en vez de dinero, y que, además, como no está encarcelado por un crimen sino por una falta administrativa, que es no tener papeles de inmigración, se le debe pagar el salario mínimo de Boston, que es de 9 dólares por hora.

La demanda es de 40 millones de dólares, porque intenta cubrir a todos los inmigrantes en situación similar en esa municipalidad, y cubre además el correspondiente pago de horas extras.

La Migra, por su parte, alega que el trabajo es “voluntario”, “para que los presos se sientan productivos”, además de que “contribuye al orden” de la cárcel, y se diseñó para “mejorar la moral de los detenidos y reducir los problemas de disciplina”.

Agrega el vocero de la Migra, Daniel Modricker, que “no es un empleo”, y que no se pagan salarios sino “un pequeño estipendio”.

Si la demanda pega, hay que imitarla. No vale la pena venir desde Honduras, donde se violan las leyes del trabajo y el salario es de 8.55 dólares al día, para ganar 3 dólares y 20 centavos al día en una cárcel gringa.

Jorge Mújica Murias jmujicam@gmail.com