Poder del jefe de la Cámara Baja

Comentario:
Por Humberto Caspa, Ph.D.

El presidente de la República es la persona que tiene más poder en nuestro sistema político. Después de él, la segunda persona con más poder es el jefe de la Cámara de Representantes (Speaker of the House) y luego vienen los demás, incluyendo el Vicepresidente.

El día martes fue nuevamente posesionado el republicano John A. Boehner como jefe de la Cámara Baja del Congreso. Su reelección no fue tan fácil, hubo un amotinamiento por parte de las facciones más radicales de su partido político.

La insatisfacción contra el liderazgo de Boehner proviene de un sector dominado por los Tea Party, quienes no vieron con buenos ojos las dos acciones ejecutivas del presidente Barack Obama. La eventual legalización de alrededor de 5 millones indocumentados y el reinicio de las relaciones diplomáticas con el gobierno socialista de Cuba.

La maniobra de presión del Tea Party nunca tuvo sentido. Las acciones ejecutivas están amparadas por la Constitución y son parte de los controles y balances de nuestro sistema político. En última instancia y tal como se observó recientemente, estas acciones velan por los intereses de un sector de la población y controlan el poder y los abusos del poder Legislativo.

Durante más de seis años, la bancada republicana se mostró como una maquinaria destructora de los proyectos económicos, políticos y sociales del Presidente. John Boehner, como jefe de la Cámara de Representantes, no hizo más que ceder a la presión de los grupos radicales de su partido político. Se mostró débil, permisivo y con-templativo a las voces del Tea Party.

En consecuencia, durante gran parte del gobierno de Obama no se advirtió comunicación entre el Congreso y la Casa Blanca. Lo que más se caracterizó fue el desentendimiento y los altercados políticos, los cuales causaron mucho malestar en la población norteamericana. Tanto el Presidente como el jefe de la Cámara Baja casi nunca pudieron coordinar o trabajar juntos.

En lo que resta de la actual presidencia, Boehner tiene la oportunidad de enmendar sus errores. En vez pelear, obstruir los proyectos del ejecutivo y convertirse en el malo de la película, puede llegar reivindicarse con la población mayoritaria del país. Nunca es tarde. Es cuestión de que se proponga y haga a un lado su altivez y su ego político.

Como segunda persona más importante en la política del país, Boehner puede presionar por una ley migratoria integral que legalizaría a más de 11 millones indocumentados. No solo le beneficiaría personalmente, sino también sería un paso gigantesco de los republicanos con la comunidad latina.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

 

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