¿Latinos Blancos?

México del Norte
Por Jorge Mújica Murias

Dicen algunos estudiosos que una cosa son los números y otra el color de la piel; que aunque el Censo de Estados Unidos reporte que un día los blancos dejarán de ser mayoría en el país, nunca van a dejar de ser mayoría. En otras palabras, que los latinos, el grupo étnico de mayor crecimiento, se van a volver blancos.

El razonamiento es interesante. Brian Duncan, de la Universidad de Colorado, y Stephen Trejo, de la Universidad de Texas en Austin, lo llaman “desgaste étnico”. Dicen, básicamente, que con cada generación que pasa, los latinos dejan de sentirse latinos y se convierten en “blancos” por los matrimonios interraciales. De hecho, un 80 por ciento de los latinos de tercera generación se casan con parejas que no son latinas.

Según el Centro de Investigación Pew, 2 y medio millones de personas cambiaron de “color” entre el Censo del año 2000 y el de 2010, identificándose como “Hispanos Blancos” en vez de solamente “Hispanos”.

De continuar esa tendencia los Latinos, que hoy son el 14 por ciento de la población y se espera que sean un 29 por ciento para 2050, no necesariamente serían la “mayor minoría”, sino que se unirían a la “minoría blanca” y la mantendrían como “mayoría” pero con apellidos en español.

Eso precisamente sucedió con los irlandeses, dice el historiador Noel Ignatiev, que se volvieron “blancos”, después de ser calificados, cuando eran inmigrantes recientes en el Siglo XIX, como “otros”, y de ser discriminados y llamados “los blancos negros” de Estados Unidos. Lo mismo sucedió con los italianos, también espantosamente discriminados, hasta que se volvieron discriminadores contra los afro-americanos, y “subieron” en la escala social.

A los irlandeses les echan la culpa de haber sido quienes “traicionaron” al Partido Demócrata en los años 1980, y haberse cambiado con los Republicanos para elegir a Ronald Reagan, porque se sintieron “traicionados” por el apoyo Demócrata a los afro-americanos en sus luchas por los derechos civiles.

¿Mayoría Republicana?

Y ahí está la bronca de toda esta historia. La idea es que mientras más “blancos” se vuelven los latinos, más apoyan a los Republicanos. Y si alguien lo duda, miren nomás a Ted Cruz, de padre cubano y madre “blanca”, o a la congresista de Florida Ileana Ros-Lehtinen o a Marco Rubio, o a la gobernadora de Nuevo México Susana Martínez, todos ellos Republicanos de hueso colorado.

La teoría de la “blanquización” es que los Demócratas no tendrán garantizado el apoyo latino en el futuro, y que los Republicanos pueden seguir aspirando tranquilamente a seguir teniendo el apoyo de la “mayoría blanca” de la población.

Barack Obama dijo la semana pasada en Santa Mónica, California, que no sabe “en qué están pensando los Republicanos” al oponerse a la reforma migratoria, y que “se están suicidando políticamente”, pero esta teoría hace descartar sus palabras.

O a la mejor no, como dice el comentarista Gabriel Arana en un reciente artículo. Lo que no toman en cuenta estos números es “la persistencia de la discriminación, que tiende a fortalecer las categorías raciales existentes. incluso los negros exitosos, como el presidente, continúan enfrentando discriminación, y aunque él bromea diciendo que los negros piensan que es blanco, la mayoría blanca aún lo considera negro”.

La discusión entonces, según Arana, no va por el lado del color de la piel. “Preguntarse si los latinos se van a seguir considerando latinos o blancos en el futuro depende también de hasta cuando los Republicanos seguirán teniendo líderes como el congresista de Iowa Steve King, que dice (en referencia a los “dreamers”), que por cada indocumentado estudioso “hay otros cien que pesan 130 libras y tienen muslos del tamaño de sandías porque andan cargando 75 libras de mariguana al cruzar el desierto”.

Y tampoco toma en cuenta, digo yo, que los latinos están cada día más hartos de las cosas como están y de no tener alternativas claras electorales más allá de los Demócratas y Republicanos. Más temprano que tarde, buscarán terceras opciones, más apegadas a sus intereses de clase social y económica, que a su color de piel.