Sigamos soñando

Comentario:
Por Humberto Caspa, Ph.D.

Ya son dos decenas de años que vivo en Estados Unidos. Cinco años estuve en la Ciudad de México. Los demás los pasé en mi tierra natal de Bolivia. Años que se fueron y un año más que apresta imponerse en el horizonte.

Los rayos de luz del 2012 hacen su aparición indisoluble en nuestro universo.

El primer día del Año Nuevo, muchos sueñan con un mundo inverosímil, con acontecimientos rellenos de dicha, con momentos gratos e inolvidables y con una gota de esperanza de lo que puede ser en el futuro.

Algunos, los que tienen sueños ilusorios, compran billetes de loterías en cantidades, esperando que el número clave —aquel que representa la dicha material infinita— está en sus manos. Gastan el excedente familiar, y algunas veces el dinero necesario para sobrevivir.

Sin embargo, solo uno o dos de los millones de personas, se hacen acreedores de la fortuna de la lotería. Los demás sólo se convierten en contribuyentes permanentes de un subsistema económico que está diseñado exclusivamente para engañar.

Otros, sueñan de manera más positiva, aunque con un tanto de altanería. Pensando que el Año Nuevo trae un aura deportiva, hacen la promesa de ponerse en “línea” o en un buen estado atlético.

Empezando desde las primeras horas del amanecer del primero de enero, esta gente se pone a caminar, trotar o correr por las calles. Los que gozan de una plusvalía económica real y pertenecen a los círculos de la clase media se inscriben en clubes atléticos exclusivos para desarrollar sus ejercicios rutinarios.

También existen personas que buscan terminar su vida empantanada en la soledad. Se prometen a si mismo o ruegan a los santos o a algún ser matizado de poderes espirituales, que la soledad se aleje de sus vidas.

Desde el primer día del Año Nuevo se hacen especialistas de los programas amorosos del Internet. Buscan la foto más fresca, más atractiva y más ficticia posible, y la cuelgan en el pedestal del universo virtual para que alguien pueda observarlo y deje algunos rastros de interés.

El encuentro puede ser un desastre si la realidad no concuerda con la información virtual. O puede mantener sus encantos en la vida real si la persona solitaria decidió mostrar sinceridad desde el inicio de la relación.

Por mi parte, raras veces prometí o hice resoluciones de Año Nuevo. Nunca sentí que fueran necesarias. En estos días, las palabras de uno de mis profesores de primaria, normalmente hace su aparición periódica con un gesto de melancolía: “Con trabajo duro y arduo lograrás alcanzar todo lo que quieras”, me decía.

Yo creo que es bueno soñar. Me gusta escuchar, por ejemplo, a alguien que sueña con ser doctor. Eso es suficiente para, por lo menos, ser enfermero o convertirse efectivamente en un médico. Un estudiante que sueña con tener una calificación de A+, va a alcanzar a tener una A o una B. En el peor de los casos una C, pero nunca una F.

En este Año Nuevo, puedes o no hacer tus resoluciones anuales, pero nunca dejes de soñar.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Ecomonics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

 

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