Entre el pánico y la prevención

LA COLUMNA VERTEBRAL
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por Luisa Fernanda Montero

    Confesarlo no me hace sentir orgullosa, pero es verdad, todo lo que se relaciona con el cáncer de mama, me genera un pánico profundo y silencioso que hace que de sólo pensar en las mamografías me corran escalofríos por todo el cuerpo.

    Sé de la importancia de la prevención y sé que un examen adecuado y a tiempo, puede salvarme la vida. Pero no dejo de tener miedo.

    Con mis cuarenta cumplidos y una orden de mamografía esperándome en el escritorio, recuerdo la primera vez que me sometí al odioso examen. Tenía 21 años. La plancha fría de metal que me presionó el pecho por una serie interminable de segundos me mantuvo alejada de los rayos x por más de quince años.

    Por eso, cada vez que tengo la oportunidad de conversar con los expertos, les explico mis temores, que sé, son los mismos de miles de mujeres que ven en el cáncer de mamá una sentencia de muerte, aunque no lo sea.

    Lo que espero es que una vez más sus argumentos me hagan entender que más allá del temor está la vida y que de ser descubierto a tiempo el cáncer de seno, es curable, que los autoexámenes mensuales son indispensables y que no sobra colgar las instrucciones en la puerta del baño o en la regadera.

    Como periodista he escrito, mostrado y contado historias para alentar a las mujeres a superar la barrera del miedo y entregar sus senos indefensos a la tortura de la mamografía, tal vez sin autoridad moral alguna, pero con la esperanza de que sean más valientes que yo.

    Como reza  el dicho popular, la justicia tarda pero llega, la sensatez también.

    Dos de mis familiares más cercanas han sido atacadas por el cáncer y yo misma estuve a punto de ser una víctima más si un examen preventivo oportuno no lo hubiera impedido, así que una vez más estoy lista para respirar profundo y someterme a la mamografía.  Estoy segura de que todas podemos hacerlo.

    Si, es doloroso y molesto pero la incomodidad de unos segundos, que sumados no llegan a un minuto, no se compara con la cantidad de sufrimiento físico y emocional del que seremos presas si no nos sometemos a un momento de valentía que puede salvarnos la vida.

    Si la naturaleza nos ha provisto de innumerables ventajas como especie y nos ha dotado con el amor, la fuerza, la determinación y la capacidad  para dar vida —asunto doloroso de por si— ¿por qué no regalarnos a nosotras mismas un poco de valentía?

    La indiferencia y el miedo nos pueden costar la vida.

    Si ha tenido un episodio de cáncer de seno en su familia usted puede tener una tendencia más marcada que otras mujeres a adquirirlo y si ha sido fumadora esa posibilidad se incrementa.

    En el 2006 más de mil setecientas mujeres hispanas murieron a causa del cáncer de seno en Estados Unidos, según estadísticas de la Sociedad Americana contra el Cáncer.

    De haber sido descubierto a tiempo el cáncer que mató a esas mujeres pudo haber sido controlado, un auto examen mensual rutinario, una mamografía periódica y un poco de valentía pueden regalarle una vida sana y feliz al lado de las personas que quiere.

    Total, el tiempo vuela y cuando usted se de cuenta, el ratito amargo ya pasó y podrá irse para su casa orgullosa de haber hecho algo, muy, muy bueno por usted misma. Entre el pánico y la prevención, es mejor la vida.