India Del Este

México del Norte
Por Jorge Mújica Murias

    Por alguna curiosa razón, dos noticias interesantes de inmigración esta semana tienen que ver con Indus en Estados Unidos. Una es sobre uno solo, y la otra sobre 150, pero en el fondo la historia es la misma: el sistema migratorio de este país es una verdadera porquería.

    El primer caso de estos ciudadanos de la India del Este, (o será del Oeste, porque está más o menos a la misma distancia por cualquier lado que le de uno la vuelta a la Tierra), es el de Inderjit Singh, vendedor de coches y casado desde hace 17 años con una ciudadana estadounidense, y a quien la Migra (del lado de la ciudadanía, el USCIS), se niega a darle la residencia legal. Al parecer, esto se debe a un programa de USCIS para detectar “matrimonios fraudulentos”.

    Con todo y sus 17 años de aguantarse mutuamente, Shari Feldman y su marido tuvieron “discrepancias” en sus cinco entrevistas con la Migra. Tienen cuentas de banco mancomunadas, declaran impuestos como matrimonio, y el contrato del apartamento está a nombre de los dos. “Nuestro certificado de matrimonio está tan viejo que ya se puso amarillo”, dice la señora Feldman.

    A USCIS le vale sorbete. Los entrevistaron cinco veces, y se negaron a entrevistarlos de nuevo por las “discrepancias” anteriores. Las “discrepancias”, dirá el lector, los han de hacer sospechosos de fraude. Pero ni tan tanto. Por ejemplo, la señora Feldman aseguró que en su anterior apartamento pagaban “677 dólares de renta”, y Singh dijo que “alrededor de 700 dólares”. ¡La tremenda variación de 23 dólares debe comprobar que el matrimonio es fraude!

    Otros ejemplos de “discrepancias”: Ella dice que en su boda, en 1993, él usó una chamarra de cuero, y él dice que un traje; él dice que se conocieron en un parque donde había música, y ella dice que nadie estaba tocando.

    Singh y Feldman no están solos. Veinte mil peticiones de ciudadanos para residencia de sus parejas fueron rechazadas en año pasado por “discrepancias”, aunque luego UCSIS encontró que solamente 506 eran realmente fraudulentos.

    La pareja se ha gastado unos 20 mil dólares en tres peticiones, cuotas y abogados, y Singh está en peligro de ser deportado…

Siervos Del Oeste

   El otro caso es el de los 150 trabajadores Indus contratados, legalmente, en Mississipi y Texas como “huéspedes” temporales, con visas H-2B, por la Signal International, compañía petrolera que se dedicó a labores de limpieza después del huracán Katrina. Cada cuate pagó entre 12 y 20 mil dólares para que lo contrataran, pensando que además de la chamba conseguirían sus Green Cards.

   No consiguieron ni una ni otra. Los pusieron a vivir en un “campo de trabajo” (léase de ‘trabajo forzado’), y los amenazaron con echarles a la Migra si la hacían de tos. Lo curioso del caso es que el consejo de amenazarlos con la Migra vino precisamente… ¡de la Migra!

   Según el testimonio de autoridades de la compañía, cuando los trabajadores se quejaron la empresa consultó a la Migra sobre “cómo despedir a los quejumbrosos crónicos”, que andaban organizando protestas, y la Migra contestó, siempre según testimonios juramentados, que “los sacaran de la fila cuando vayan al trabajo, saquen sus pertenencias, pónganlos en una camioneta y con su boleto de avión en la mano, mándenlos de nuevo a la India”.

   Un e-mail interno de la Signal revela que el ICE prometió perseguir a quienes protestaran, “para mandarle un mensaje a los demás de que más les vale no andar respondiéndole al sistema”.

   Pero los canijos Indus le respondieron al sistema, y con ayuda del Centro por la Justicia Racial de Nueva Orleans demandaron a la compañía. Curiosamente, la misma agencia que le niega su residencia a Singh, USCIS, les acaba de dar visas como víctimas de tráfico de personas, bajo la conclusión de que “fueron sujetos de servidumbre involuntaria”.

   La investigación y la demanda no se han resuelto, entre otras cosas porque la agencia encargada de darle resolución final… ¡es también la Migra!

   Además de ser paisanos todos, la coincidencia aquí es lo que decíamos al principio: el sistema migratorio gringo es una verdadera porquería, y ni el hecho de casarse con una gringa (o gringo, p’al caso), ni conseguir trabajo de semi-esclavo “huésped” hacen que baje un hada madrina con una Green Card en la mano y ¡zas!, ya es uno residente legal. Y nomás imagínese que estas son las formas de inmigrar legalmente…

Contacto Jorge Mújica Murias at mexicodelnorte@yahoo.com.mx