Escalante: triunfador de la vida

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<p>La comunidad latina está de luto. El dolor por la muerte de Jaime Escalante transmonta mares y montañas. Su partida al infinito acongoja su morada en Sacramento y hace palidecer la urbe angelina. En Garfield High School, donde brilló y dejó huellas, sus estudiantes lo recuerdan con lágrimas pero con la frente erguida.</p>
<p>El luto finalmente sucumbe el aire gélido de la capital boliviana, lugar donde empezó su larga trayectoria de trovador académico.</p>
<p>Nadie niega los dotes de Escalante en las matemáticas. Su carrera profesional está decorada con múltiples premios académicos. El gobierno de Ronald Reagan lo condecoró con una medalla de honor de excelencia. Varias universidades del país, incluyendo la Universidad Estatal de Los Angeles, la Universidad de Boston Massachussets, entre otras, le entregaron el título de “Doctor honoris causa”.</p>
<p>Sin embargo, más allá del amor a las matemáticas, Escalante también fue un activista comunitario, un conocedor profundo de las problemáticas que aquejan a los grupos sociales asentados en las zonas empobrecidas de Los Ángeles. No se le reconoció como psicólogo o sociólogo, pero sus hazañas en las aulas inspiraban al “invidente” a ver el positivismo de la vida. Escalante fue un ferviente motivador.</p>
<p>Quienes se opusieran al éxito de sus estudiantes fueron tildados como sus enemigos número uno. Empezando por los dirigentes del sistema educativo, quienes cuestionaron las calificaciones de sus pupilos, hasta los grupos pandilleriles, quienes día a día acosan la vida sana de los jóvenes en el Este de Los Ángeles. A todos ellos se enfrentó y los derrotó.</p>
<p>Las palabras de Eduard James Olmos son muy certeras en el momento de ilustrar la capacidad de Escalante. “Como ningún profesor, Escalante cambió vidas. Pandilleros se convirtieron en ingenieros de aerodinámica. Muchachos que pensaron que sus vidas no tenían ningún sentido, de pronto descubrieron que podían ser líderes”.</p>
<p>El “no poder”, no existía en el léxico de Escalante. Las “ganas” se imponían a todo. No creía en el susodicho de que las personas nacían con poderes intelectuales extraordinarios (gifted children). Nada era consecuencia de la divina providencia u obra del espíritu santo.</p>
<p>Por el contrario, Escalante sentía que las personas alcanzaban sus metas porque ellos así se proponían. A sus estudiantes les recordó que, debido a que provenían de comunidades latinas pobres, la sociedad norteamericana estratificada en clases sociales los estigmatizaba por su condición social. En consecuencia, si querían sobresalir, tendrían que entregarse más allá de lo normal. Es decir, más del 100%.</p>
<p>Así fue, después de que 18 de sus estudiantes en la escuela de Garfield tomaron un examen de cálculo con créditos universitarios, la agencia escolar que verifica las calificaciones los cuestionó porque la mayoría había cometido los mismos errores en una de las preguntas. Los obligaron a tomar el examen de nuevo.</p>
<p>Aunque Escalante se opuso tenazmente al cuestionamiento de las autoridades, instó a sus estudiantes a que dieran el examen de nuevo. Los jóvenes de Garfield tuvieron que tomar un examen mucho más difícil y en condiciones más precarias. Empero, todos pasaron y muy pronto sus nombre fueron a parar en el pedestal de una las películas más aclamadas del universo latino: Stand and Deliver.</p>
<p>Jaime Escalante se nos fue, pero su espíritu soñador perdura en las aulas.</p>
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Humberto Caspa