Salud por papeles

México del Norte
Por Jorge Mújica Murias

 Desde que Barack Obama dijo que tenía otras prioridades antes de poderle llegar a una reforma migratoria, un chorro de activistas de la inmigración se lanzó a la lucha con todas las ganas que no le han metido… precisamente a la reforma migratoria.

 Llevan meses y meses y meses “esperando” al Partido Demócrata y sus mesías para que bajen del cielo una promesa de arreglar los papeles de millones de inmigrantes, y se han negado a “hacer olas” para no “entorpecer el proceso”.

 Pero habló el jefe y se acabó la espera. No hay reforma ni habrá por lo menos hasta el año que viene. Hay que hacer algo, urgentemente, y la idea es sacar de enmedio el principal obstáculo: la reforma al sistema de salud.

 De pronto, los activistas por la inmigración se convirtieron en activistas por la salud. Tiene lógica. Si le hacemos la chamba al presidente a la mejor nos llega más rápido la reforma que queremos.

 Namás que no es tan así como así.

 Igual a como le hace con la reforma migratoria, Obama comenzó negociando la reforma al sistema de salud por el lado equivocado… negociando con la industria de la salud, los laboratorios y productores de medicinas, por no decir nada de las gigantescas corporaciones hospitalarias y los seguros de salud. De hecho, nomás pa’ comenzar a platicar, dejó de lado la propuesta del sistema universal de pago único controlado por el gobierno. Solamente la acción de los activistas de la salud logró volver a meter el punto en el debate, pero la gran maquinaria del otro lado ya estaba echada a andar.

 Hoy, la discusión sobre la reforma a la salud está ladeada hacia proteger los intereses de las grandes compañías, no hacia el lado de cómo la población tiene buen acceso a la salud. En pocas palabras, se está negociando cuánto de ganancia le toca a las industrias de la salud cada vez que tengan que atender a la población. Es otra variante del rescate automotriz o el bancario.

¿Salud? Ni con papeles…

 La parte más gacha de este intercambio de salud por papeles es que, de uno y otro lado de la reforma, nos toca bailar con la más enferma.

 Las leyes actuales excluyen ya no digamos a los indocumentados, sino a los residentes legales, de los programas de salud controlados por el gobierno, como el Medicaid. Apenas hace unos meses se eliminó el mismo requisito para el CHIP (Programa Federal de Salud Infantil). Fue una batalla que pasó medio desapercibida para quienes no están metidos en el rollo de la salud, y se logró porque los niños son niños y no hay que ser tan gacho con ellos. Y, de hecho, el acceso al CHIP es para hijos de inmigrantes legales y mujeres embarazadas, pero no para chamacos indocumentados o hijos de indocumentados, y cada estado decide si los acepta o no.

 Pero con los adultos no hay misericordia. Solamente algunos inmigrantes legales “califican” para el Medicaid. La mayoría tienen que aguantarse cinco años sin enfermarse o pagándose sus enfermedades. A todas luces ésta es una burrada, porque si de por si ya se sabe que los inmigrantes pagan impuestos desde antes de tener papeles, es más obvio que los pagan ya cuando se legalizan, y su exclusión corresponde al puro sentimiento retrógrada de que “nomás venimos a vivir del gobierno”.

 Hasta hoy solamente 13 estados los aceptan sin hacerlos esperar 5 años, echándose a cuestas los costos que debía pagar el gobierno federal y no cada estado. Más aún, eliminar el período de espera solamente agregaría unos 350 mil inmigrantes al Medicaid, lo cual no llevaría a nadie a la bancarrota. Pero en uno o dos años, si hay reforma migratoria, podrían ser millones los excluidos…

 Afortunadamente, la llamada Tri-Caucus en la Casa de Representantes (los representantes Afro-Americanos, latinos y Asiático-Pacíficos) señalan la eliminación de los cinco años como prioridad para una reforma con igualdad para las minorías. Pero de ahí a meterla a la iniciativa de ley… le cuelga.

 En corto, los activistas de la reforma inmigratoria hoy convertidos en activistas de la reforma de salud la riegan doble: primero apoyan una reforma migratoria a toda costa, sin conocer siquiera su contenido, y ahora una reforma a la salud sin fijarse tampoco en los detalles. Y quien luche por la reforma de salud con todo y los cinco años está ayudando a una ley parcialmente anti inmigrante.

 Debían ponerse las pilas y fijarse en los detalles. La reforma al sistema de salud podría ser un primer paso a la reforma migratoria. Y más ahora, sin Kennedy que nos defienda, no debe apoyarse algo que deje claro que los inmigrantes podemos aceptar menos que los demás.

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