Petulancia, arrogancia…de Netanyahu

Comentario:
Por Humberto Caspa, Ph.D.

La visita del primer ministro israelí Benjamín Netanyahu fue un acto de arrogancia, un insulto a la decencia del pueblo norteamericano. No en balde Nancy Pelosi, líder de la minoritaria de la Cámara Baja y jefe de los demócratas, resumió con dramatismo e impotencia el dolor que le causó presenciar la petulancia de Netanyahu.

“…Apenas pude contener mis lágrimas a lo largo de la ponencia del Primer Ministro, entristecida por el insulto a la inteligencia de los Estados Unidos, que toma parte del grupo P5+1, entristecida porque desvaloró el conocimiento que tenemos sobre el peligro que produce Irán y [también entristecida] porque desconoce nuestra lealtad en contra de la proliferación nuclear”, dijo.

Difícilmente se puede encontrar en la historia a un personaje que tuvo la osadía de criticar la política internacional del gobierno norte-americano en pleno Congreso. A la Administración Obama implícitamente lo tildó de inepto en la resolución del conflicto en el Medio Oriente, al condenar el tratado que busca junto con los otros países del P5+1.

Netanyahu comparó al gobierno Iraní con el gobierno de facto del estado Islámico de Siria-Irak. Desde todo punto de vista, es una comparación exagerada y sin sentido. Su único objetivo fue lubricar los ánimos de los representantes republicanos, quienes, desde el principio hasta el final, lo ovacionaron con estruendosos aplausos.

Evidentemente Irán no es un ángel, pero tampoco es un demonio. Lamentablemente para la comunidad mundial, Irán está a unos cuantos pasos de encontrar –tal vez ya la encontró— la llave del cerrojo que le separa de los países que tienen armamento nuclear y los que no.

El gobierno de Obama, junto con los demás P5+1, está en pleno proceso de un tratado que detendría a los iraníes adquirir armamento nuclear. Dicho tratado permitiría a Irán desarrollar plantas nucleares solo para uso doméstico y no para la creación de armamento bélico. A Irán, por su parte, se le levantaría el embargo económico y otras restricciones políticas, las cuales fueron precisamente castigos de la comunidad mundial por buscar este tipo de armamentos.

Netanyahu no tiene una alternativa real o una opción que promueva el diálogo y colaboración. Según sus cálculos, el conflicto del Medio Oriente tiene sólo dos colores: blanco y negro. En la forma cómo se expresó en el Congreso, la única alternativa viable para resolver el conflicto es la guerra. Es decir, bombardear las plantas nucleares de Irán hasta que, como sucedió con Iraq, disminuya su arsenal y poder bélico-político en la región.

Por obvias razones, un conflicto de tal alcance radicalizaría a todos los países islámicos del Medio Oriente, incluyendo a los aliados de Estados Unidos. En vez de afectar nega-tivamente el poderío militar de Irán se estaría incrementando su influencia política en la región.

Así, Netanyahu no sólo vino a insultar la racionalidad de la política internacional del gobierno de Obama, sino también a provocar la desunión de los norteamericanos. Por su parte, su ponencia en el Congreso hizo un daño profundo a su país, al crear un precedente de desconfianza con el gobierno norteamericano.

Finalmente, John Boehner y los republicanos, quienes hicieron lo imposible para que Netanyahu pueda deliberar sus palabras en el Congreso, simplemente lapidaron las inten-ciones de sus candidatos de volver a la Casa Blanca en el 2016.

Humberto Caspa, Ph.D., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

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