¿Puede el “cambiar nuestra mentalidad” mejorar nuestra salud y bienestar?

<figure id="attachment_17191" aria-describedby="caption-attachment-17191" style="width: 144px" class="wp-caption alignright"><img loading="lazy" class="size-full wp-image-17191" title="Grace fuller" src="http://laprensa-sandiego.org/wp-content/uploads/2012/04/Grace-fuller.jp…; alt="" width="144" height="150"><figcaption id="caption-attachment-17191" class="wp-caption-text">Grace Fuller</figcaption></figure>
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<p>Recuerdo aquel día como si fuera ayer.</p>
<p>La actitud del médico que venía tratándome de un problema severo de asma que sufría desde la infancia me tomó por sorpresa.</p>
<p>A punto de dejar mi ciudad natal Lima, para estudiar en el extranjero, acudí a su consulta en busca de más medicación de control y un plan de acción en el caso de que me afectaran las condiciones meteorológicas una vez en España.</p>
<p>En lugar de eso, recibí “una receta” de mi neumólogo que sigue resonando en mi memoria: “¿Por qué quieres llevarte contigo la enfermedad, Grace?”, me preguntó sorprendido. “Déjala aquí”.</p>
<p>Al parecer eso fue lo que hice mentalmente ese día. Las crisis asmáticas desaparecieron, así como los síntomas asociados a factores genéticos y atmosféricos de esta afección.</p>
<p>Aunque no pudiera entenderlo en aquel momento, quedó en mí la inquietud de que la desaparición de la enfermedad había estado ligada a un cambio de mentalidad. Fue como si la declaración del médico hubiera penetrado profundamente en mi pensamiento, abriéndome a la posibilidad de que la enfermedad que estaba tan acostumbrada a padecer no fuera tanto una condición biológica sino mental.</p>
<p><strong>&nbsp;</strong>La catedrática de psicología de la Universidad de Harvard, Ellen Langer, podría ofrecer alguna pista en este sentido. Con once libros publicados, los casos de pacientes excepcionales son el punto focal de su investigación de más de 30 años. Langer desafía algunas de las nociones tradicionales acerca de la salud.</p>
<p>“Con el tiempo he llegado a creer cada vez menos y menos en que la biología determina nuestro destino”, señala en su libro <em> Mindful Health and the Power of Possibility</em><em> (En sentido antihorario: salud consciente y el poder de la posibilidad)</em>.</p>
<p>Su investigación sugiere que hay algo más cultural en este proceso y que hay que tener en cuenta los patrones condicionados de pensamiento. Langer presenta la premisa de que “si la mente está en un lugar verdaderamente saludable, el cuerpo podría serlo también –de manera que podríamos cambiar nuestra salud física cambiando nuestra mentalidad”.</p>
<p>Durante las últimas décadas un mayor número de científicos está reconociendo la relación mente-cuerpo. Estos están investigando el potencial que tiene la espiritualidad para mejorar la mente humana y como es que esta, a su vez, afecta la acción y condición del cuerpo.</p>
<p>La búsqueda de mi propia espiritualidad me fue de gran utilidad cuando doce años atrás tuve que volver a ocupar la silla de paciente con otra enfermedad difícil de curar. Sin embargo, en esa ocasión me dí cuenta de que mi actitud positiva y expectativas no fueron suficientes para sanarme.</p>
<p>Desde hacía algún tiempo me venía considerando una persona agnóstica. Pero después de este diagnóstico, empecé a explorar. A repensar. Y durante los siguientes años me adentré en las enseñanzas religiosas. Cultivé una práctica de reflexión, me hice preguntas profundas acerca de Dios y ponderé las implicaciones de poner atención a los aspectos espirituales de nuestra vida.</p>
<p>Llegué a considerar que la dimensión espiritual de nuestra existencia no está limitada por nuestra experiencia física. Esto me hizo más receptiva a la idea de alcanzar una comprensión práctica de Dios como la totalidad del bien que puede traer sanación, y traté de vivir, cada vez más, teniendo esto presente en mi día a día.</p>
<p>Esto trajo curación a mi cuerpo una vez más, y tuve una sensación de paz que no recordaba haber sentido desde la infancia. Pero, aún más, también me ayudó a cultivar el hábito de poner mayor atención a lo que tiene más valor para mí.</p>
<p>En el pasado trataba de resolver mis problemas de salud intentando reparar el funcionamiento de un cuerpo orgánico. Además creía que descubrir las posibilidades del amor era una cuestión que estaba más allá de mi control. No me había dado cuenta de lo relacionadas que estaban la búsqueda de una compresión más profunda del amor con mi bienestar físico, mental y emocional.</p>
<p>Ahora veo las cosas de manera diferente.</p>
<p>Después de un viaje interior extraordinario aplicando las enseñanzas del Cristianismo, un logro muy importante para mí ha sido el haber aprendido a honrar este anhelo de dar y recibir amor como una expresión natural de mi ser. El expandir mi mentalidad más allá de lo material ha demostrado ser un método eficaz para el cuidado integral de mi salud.</p>
<p>Pero mi caso no es único. Puede que ello explique porqué la oración está siendo objeto de numerosos estudios científicos. Las preguntas que se hacen los investigadores están relacionadas con su acción curativa: ¿Tiene que ver con su efecto sobre las creencias religiosas del individuo? ¿Actúa disminuyendo el estrés que complica la evolución de la enfermedad? ¿O se trata de alguna forma de interacción más profunda del hombre con una entidad mayor, como muestran algunos estudios neurológicos recientes?</p>
<p>Este es sólo el comienzo de una investigación científica seria y necesaria sobre los beneficios de la oración y la espiritualidad. Pero no necesitamos resultados científicos para probar que podemos experimentar lo sagrado.</p>
<p>Podemos comprobar en nuestras propias vidas que, seamos conscientes o no de ello, nuestra práctica espiritual puede ayudarnos a alcanzar una mejor salud.</p>
<p><em>Grace Fuller gestiona las relaciones de la Iglesia de la Ciencia Cristiana con los&nbsp;</em><em>medios de comunicación de habla hispana y portuguesa. E-mail: <a href="mailto:fullerg@csps.com">fullerg@csps.com</a&gt; Twitter: @wigwise <a href="http://www.blogcienciacristiana.com&quot; target="_blank">www.blogcienciacristiana.com</a></em></p&gt;

Author
Grace Fuller