Pugna entre republicanos

Comentario:
Por Humberto Caspa, PhD.

No queda la menor duda, hay un conflicto interno dentro del político Partido Republicano. Es una pugna política entre dos facciones disímiles que no logran aglutinar a todo el grueso de sus seguidores.

A un lado se encuentra la vieja guardia o el llamado establishment, misma que ha apoyado ciegamente la candidatura de Jeb Bush, pesando que su condición de político moderado, su historial cristiano y su bilingüismo permitiría réditos políticos en las elecciones.

En el otro lado está la nueva facción republicana liderada por Donald Trump. Su base política está compuesta por los miembros del Tea Party. A ellos se han conjuntado otros grupos de extrema derecha, como los antinmigrantes, los segregacionistas, nativistas y creyentes en la doctrina aislacionista de Estados Unidos con respecto a temas internacionales.

La facción “trumpista” ya no es ese grupo amarillista, sin convicciones políticas.

Su agenda de gobierno ya la conocemos todos. Es descabellada porque atenta contra los derechos civiles de los latinos (quiere quitarles la ciudadanía estadounidense). Es machista debido a que Trump es uno de los individuos más sexistas del planeta.

Dice adorar a las mujeres, pero las condena a la dependencia de los hombres y las trata como objetos sexuales. Es contraproducente a la democracia porque el mundo de Trump es el mundo del autoritarismo y la dictadura.

A pesar de toda esta irracionalidad, Trump crece dentro de su partido político. Los votantes moderados (swing voters), a diferencia de los republicanos y demócratas, no tienen una base ideológica establecida. Pueden llegar a ser presa fácil de Trump.

Hoy, los dirigentes republicanos tienen un verdadero dilema ante sus ojos. Seguir apoyando a Bush o virar hacia la propuesta de Trump. De momento Jeb Bush es el candidato predilecto, pero sus posibilidades de vencer al candidato demócrata es cada más lejano.

Si es que Bush gana las elecciones primarias de su partido, es muy probable que los seguidores radicales de Trump no le brinden su apoyo. Entonces insistirán en una tercera alternativa, tal como sucedió en las elecciones de 1992 con Ross Perot.

Trump sería el llamado a levantar esa bandera.

Por su parte, el electorado latino está sumamente resentido con Bush. Nunca supo dar la cara en el momento en que Trump instigó a los latinos de violadores y delincuentes. Bush hizo utilidad de la misma retórica racista de su contrincante, al referirse como “anchor babies” a los hijos de los migrantes latinos.

Irónicamente, el candidato del “peluquín” y los labios rojos sobresaltados se ha convertido en una propuesta real, aunque escalofriante, de las aspiraciones republicanas. Es difícil creer que un personaje prejuicioso, machista, autoritario, explotador de trabajadores y capitalista salvaje pueda tener opciones de llegar a la Casa Blanca. Pero así son las cosas; tiene posibilidades.

En las elecciones primarias de los republicanos todo puede suceder; nada está excluido. Las dos facciones siguen en pugna. Si los nativistas antinmigrantes gana a la facción del establishment y eligen a Trump, a los latinos solo nos queda rezar o movilizarnos como nunca para votar por una propuesta más moderada e incluyente.

Humberto Caspa, PhD., es profesor e investigador de Economics On The Move. E-mail: hcletters@yahoo.com

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