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<p> El presidente Barack Obama tiene un dilema en torno a la cuestión migratoria. Sabe que hay una necesidad de impulsar una reforma migratoria –Dream Act o una reforma integral— para reanimar al electorado latino.</p>
<p> Al mismo se da cuenta que si impulsa una ley desde la Casa Blanca estaría poniendo en riesgo el apoyo de los anti-inmigrantes de su partido y del electorado moderado.</p>
<p> A un poco más de un año de las elecciones presidenciales, la campaña política del Presidente prefiere el voto de los moderados (swing voters), el cual es políticamente más importante que el de los latinos.</p>
<p> En este sentido, el Presidente “quiere y no quiere”. La cuestión migratoria se ha convertido en una contradicción inquebrantable.</p>
<p> Mientras tanto, la reciente retórica migratoria del Presidente es como un ramillete de flores que buscan reparar el daño de un poco menos de tres años de inoperancia política con relación al tema migratorio.</p>
<p> Todos sabemos que el presidente Obama no hizo nada real. Su gobierno no promovió o ni siquiera intentó introducir una ley que buscara la equidad civil de quienes radican en este país sin documentación legal. Ni siquiera los estudiantes indocumentados lo conmovieron.</p>
<p> La Cámara de Representantes aprobó una ley de Dream Act el año pasado. El equipo del Presidente sólo se inclinó a mirar, no presionó al Senado, y vio cómo un centenar de anti-inmigrantes de la extrema derecha radicalizaron la cuna del Partido Republicano y fomentaron la aniquilación de una Ley que pudo haber terminado con el miedo de millares de estudiantes.</p>
<p> Lo que hizo Obama en sus años de gobierno fue simplemente hablar, hablar y hablar de la importancia de mantener nuestra cultura migratoria.</p>
<p> Desde un punto de la política, el procedimiento de la Administración Obama es entendible. Pocos presidentes en el pasado han lanzado un proyecto polarizante, como una ley migratoria, en la primera gestión de su gobierno. Normalmente este tipo de políticas se las busca en la segunda gestión, tal como sucedió con el gobierno de Ronald Reagan.</p>
<p> Obama está interesado en mantener el apoyo de sus bases y del electorado moderado. La gran mayoría de los votantes latinos pertenecemos a su base. En otras palabras, muchos de nosotros estamos afiliados al Partido Demócrata o compartimos filosóficamente la política social-liberal de la izquierda. Nunca votaremos por un republicano.</p>
<p> Mientras tanto, aquella gente que no está registrada en el Partido Demócrata o Republicano es, en un momento dado, el que determina las elecciones presidenciales. Si el presidente Obama se aferra demasiado a los derechos de los inmigrantes, potencialmente estaría alienando a este sector moderado.</p>
<p> Por consiguiente, por eso su postura con relación a la cuestión migratoria es de “querer y no querer”. Al presidente Obama le gustaría promover una reforma migratoria, pero no le conviene. Las elecciones están a un año y unos pocos meses. Su accionar será más real en el 2013.</p>
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