Reunión con el Espíritu Santo

Comentario:
Por Humberto Caspa, Ph.D.

Desde que el papa Francisco llegó al Vaticano, la Iglesia Católica no solamente cambió en forma sino también en contextura.
A más de un año de la visita a Brasil, en donde sugirió que el poder de juzgar corresponde al que está más allá de la tierra, el Papa ha mantenido constante sus creencias sobre la libertad de amar a Dios.

“Si alguien es gay y busca el camino del Señor y tiene buena voluntad, quién soy yo para juzgar”, explicó en una conferencia de prensa.

Fiel a su palabra y tratando de mantener los cánones del Catolicismo intacto, pero también reconociendo el poder del Espíritu Santo, el papa Francisco recientemente dirigió y coordinó un sínodo sobre la familia en la ciudad del Vaticano. Los cardenales y el Papa trataron temas que son considerados un tabú dentro de la Iglesia, como el valor de las familias del mismo sexo, la relación libre y el divorcio.

En un discurso de 10 minutos, el Papa Francisco dijo que la Iglesia “no puede tirar piedras a los pecadores”, ni tampoco puede acomodarse a un “espíritu [progresista] del mundo”.

Los cardenales le ovacionaron por cinco minutos, reconociendo el valor y su capacidad de buscar un camino a la salvación de aquellos que, por circunstancias de la vida, no son contemplados por los cánones de la Iglesia. Es un reto difícil; debido a que implica mantener la tradición del catolicismo y reconocer también algunas situaciones –las parejas del mismo sexo— como hechos innegables que son gradualmente aceptados por la sociedad.

Al final de la reunión, no se logró algo en concreto. Sin embargo, el hecho de que se pueda discutir temas tan polémicos es una ganancia.

Hasta hoy, el papa Francisco volvió a demostrar sensibilidad humana, tal como lo hizo Jesucristo. El hijo de Dios abogó por los pobres y vivió como uno de ellos, se sensibilizó con los leprosos y todas aquellas personas que fueron discriminadas por la sociedad de su tiempo, incluyendo mujeres que ofrecían servicios sexuales, como María Magdalena.

El papa Francisco sigue el mismo camino. Le gusta vivir de una manera más humana, más simple, y le encanta predicar las enseñanzas de su iglesia sin temores.

En el reciente Sínodo sobre la familia demostró que lo más ilógico de la Iglesia sería ignorar a aquellos sectores discriminados de la sociedad y no darles una oportunidad de salvación espiritual. A pesar de que no consiguió algo tangible en la reunión, por lo menos pudo discutir temas candentes que normalmente son considerados fuera de los recintos del Vaticano.

El próximo año, el Papa tendrá otra oportunidad para discutir temas similares con los cardenales. Esperemos que el Espíritu Santo eleve la sabiduría de los dirigentes de la Iglesia Católica y consiga un espacio para aquellos que, por miles de años, fueron discriminados y excluidos.

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