Comentario:
Por Maribel Hastings
America’s Voice
Con la primaria republicana de Florida en puerta, la primera que manifiesta ampliamente el cortejo del voto hispano del estado del Sol, no deja de sorprender que republicanos como Mitt Romney sigan pensando que la estrategia que aplican para apelar al voto cubanoamericano del Sur floridano es la estrategia ganadora para atraer al voto latino del resto del país en una elección general.
En el caso de Romney, el aparente casi seguro nominado presidencial republicano, resulta no sólo sorprendente sino indignante que mientras busca el apoyo del voto hispano de Florida o más bien del voto cubanoamericano del Sur de la Florida con anuncios en español y cafecitos, su retórica antiinmigrante siga subiendo de tono, deseche cada vez más la reforma migratoria integral, amenace con vetar incluso el proyecto de ley DREAM Act -ambas cosas promovidas por los políticos cubanoamericanos que lo apoyan-, y para colmo, se jacte del apoyo recibido del arquitecto de las leyes antiin-migrantes de Arizona, Alabama y Carolina del Sur, Kris Kobach, una de las figuras más extremistas y divisivas del país en el tema migratorio.
Como la moneda, Romney tiene dos caras.
Romney ya tiene en su esquina a los hermanos Díaz-Balart, Lincoln y Mario, ex congresista y congresista republicanos de Florida, respectivamente, a la congresista Ileana Ros-Lehtinen, y a una lista de ex funcionarios de la administración de George W. Bush, entre esos, el ex senador, ex Secretario de Vivienda y ex presidente del Comité Nacional Republicano (RNC), Mel Martínez, y al ex Secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, todos defensores de la reforma migratoria integral y del DREAM Act para legalizar a jóvenes indocumentados que quieren proseguir estudios universitarios o ingresar a las Fuerzas Armadas.
Todas estas figuras argumentan ahora que la elección general será determinada por la economía y que Romney tiene las ideas para lograr que la economía repunte. Es decir, nada importa que su postura en inmigración sea diametralmente opuesta a lo que han defendido por años.
Es de esperarse que los anuncios en español, los cafecitos y el apoyo de estas figuras que hace cuatro años prefirieron al senador John McCain como candidato presidencial republicano sobre Romney, impulsen al ex gobernador de Massachusetts en la preferencia de los electores cubanoamericanos de Florida.
Aunque Romney emerja triunfante de la primaria floridana y con una mayoría del voto cubanoamericano en su columna, la verdadera prueba de fuego para cualquier republicano sigue siendo atraer ese 40% del voto hispano en la elección general de noviembre.
Ni siquiera en Florida, donde se concentra el voto cubanoamericano más conservador del Sur del estado, eso está garantizado porque en otras partes del estado, particularmente en el corredor I-4, ese voto se diluye con el sufragio de electores puertorriqueños que tienden a apoyar más a los demócratas.
Romney, como otras figuras republicanas, está apostando al descontento de un sector del sufragio hispano con las promesas incumplidas del presidente Barack Obama de impulsar y promulgar una reforma migratoria integral y en su lugar deportar una cifra record de inmigrantes.
Pero lo que olvidan republicanos como Romney es que el voto cubanoamericano no es la norma en el resto del país y que sus posturas migratorias extremas, particularmente contra los jóvenes que se beneficiarían del DREAM Act, son rechazadas por una mayoría de esos votantes hispanos que ya sea por lazos familiares, de amistad o por empatía, apoyan en grandes cifras una reforma amplia de las leyes migratorias, el DREAM Act y se ofenden ante las expresiones de los candidatos en contra de los inmigrantes, o de las cuestionables alianzas como la de Romney con Kobach.
Incluso en el voto cubanoamericano hay sectores que defienden el DREAM Act y que durante el intento fallido de aprobar la medida de manera independiente a fines del 2010 expresaron su rechazo a quienes se opusieron al proyecto por tratarse de jóvenes que no decidieron por cuenta propia ingresar a Estados Unidos sin documentos.
También persiste el rumor de que Romney estaría considerando sumar al senador cubanoamericano de Florida, Marco Rubio, como su compañero de fórmula, para atraer al voto hispano. Quizá lo ayude en Florida, pero no con el voto hispano del resto del país tener a otra figura opuesta a la reforma amplia y al DREAM Act o al menos con posturas ambivalentes.
Como digo una cosa digo la otra. El presidente Barack Obama y los demócratas, aunque tienen el apoyo de la mayoría del voto hispano, tienen ante sí el gran reto de movilizarlo en cifras suficientes que garanticen su reelección en estados clave y por ende, a la presidencia.
Pero figuras como Romney le están alla-nando el terreno enarbolando posturas migratorias extremistas que serán contra-producentes en atraer ese sufragio en la elección general.
Eliseo Medina, secretario-tesorero del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU), dijo que Romney necesitará más de un cafecito para conseguir el voto hispano en una elección general.
Y el congresista demócrata de Illinois, Luis Gutiérrez, lo resumió así: “Los votantes latinos pueden oler a un farsante y pueden oler que eso es lo que Mitt Romney es. Y si Mitt Romney cree que puede sacudirse la hediondez (de sus posturas antiinmigrantes) seleccionando a Marco Rubio como su compañero de fórmula, debería pensarlo mejor”.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.