Suplementos, verdades y mentiras

LA COLUMNA VERTEBRAL
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por Luisa Fernanda Montero

Los alimentos que llegan a nuestra mesa han cumplido con una serie de requisitos para estar allí. Los controles gubernamentales tratan de ser estrictos y de garantizar, al menos, que no nos envenenemos tan fácilmente.

Pero lo cierto es que antes de aterrizar en nuestro plato, los alimentos han recorrido largos caminos y –dicen algunos– en esos recorridos han perdido gran parte de su valor nutritivo.

Lo cierto es que los suelos de hoy no son los mismos de antes. Eso no tiene discusión y los suelos se gastan si no se respetan sus ciclos. Nuestros alimentos —todos— dependen de la calidad los suelos. ¿Lo había pensado?

Bueno, el asunto es que además de que los alimentos padecen los maltratos químicos de pesticidas y otros químicos que alteran sus condiciones naturales, muchas veces, por varias razones, no los ingerimos adecuadamente – a sus tiempos – o no los manipulamos o procesamos como debe ser.

Entonces, muchos tratan de suplir estas falencias y sus malos hábitos alimenticios – o su angustia por adelgazar – consumiendo suplementos alimenticios y – o vitaminas a más no poder.

El cuerpo necesita alimentarse de verdad. Necesitamos los nutrientes que nos aportan los alimentos y eliminarlos de nuestra dieta no es la solución. Hay que comer, escoger inteligentemente lo que comemos y hacerlo con juicio si no queremos terminar peor de lo que empezamos.

Ahora bien, eso no quiere decir que las vitaminas y los suplementos sean el enemigo público número uno. Quiere decir que debemos escoger con cuidado que vamos a consumir.

La primera recomendación de los Institutos Nacionales de Salud – NIH – es que sepamos cuáles son sus efectos reales y si son seguros. De acuerdo con los expertos, lo primero que debemos preguntarnos es si los necesitamos realmente o no.

No todo el mundo necesita suplementos y la decisión de consumirlos o no debe ser tomada de la mano de un profesional de la salud, que le ayude a determinar si tienen efectos secundarios, cuales son, y si pueden interferir con las medicinas o tratamientos que siga.

Su profesional de confianza puede asesorarlo también en la marca y el tipo de suplemento a escoger. Debe saber que muchos suplementos no han sido probados en niños o mujeres embarazadas.

Los suplementos dietéticos, por ejemplo, son evaluados por el gobierno federal a través de la Administración de Drogas y Alimentos —FDA— como alimentos, no como medicinas, así que su efectividad no está garantizada. De acuerdo con los Institutos de Salud, las etiquetas pueden señalar ciertos beneficios para la salud, pero contrario a lo que ocurre con las medicinas, los suplementos no pueden garantizar que curan, tratan o previenen enfermedades.

Sin embargo, algunos pueden suplir algunas falencias en su organismo. Los mas popu-lares son los multivitamínicos, el calcio, las vitaminas B, C y D. El calcio ayuda a fortalecer los huesos y la vitamina D le ayuda al cuerpo a absorber el calcio. Las vitaminas C y E son antioxidantes, compuestos que previenen daños celulares y los efectos que tienen los aceites de pescado en la salud del corazón, están entre los mejor referenciados.

Lo importante es que usted sepa que no debe comprar suplementos dietéticos o vitaminas como si fueran jabón. Su consumo afectará su salud y si no toma precauciones es posible que termine haciéndose más mal que bien. Consulte con su médico.

Los excesos pueden también ser contraproducentes; el exceso de vitamina K, por ejemplo, reduce la laboriosidad de los anticoagulantes de su organismo y – quien lo creyera – esencias antidepresivas herbales como St. John´s pueden acelerar la descomposición de medicamentos como antidepresivos o anti-conceptivos y restarles efectividad.

El que un suplemento sea promocionado como natural no necesariamente significa que sea seguro, hay hierbas, como la consuelda, que pueden causar graves daños al hígado. Use el sentido común, recuerde que todo lo que ingresa a su organismo tiene un efecto.