LA COLUMNA VERTEBRAL
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por Luisa Fernanda Montero
Todo parece indicar que el intrincado camino hacia la aprobación de una reforma migratoria integral que le abra la puerta de la ciudadanía a los más de once millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos, se sigue abriendo.
Al parecer, continúan los acuerdos entre sindicatos y empresarios, al parecer, estos habrían superado sus desavenencias en lo que a trabajadores temporales poco calificados se refiere, al parecer. Porque mientras no tengamos compromisos reales y leyes verdaderas, no tendremos nada.
Es cierto que el mundo no se hizo en un minuto y que hay que avanzar paso a paso, son muchos los detalles a abordar en un proceso que no sólo afectara la vida de cientos de miles de personas y familias, si no que está estrechamente ligado al desarrollo de un país en el que la mano de obra inmigrante es fundamental.
Es cierto también que aunque estamos hablando de la vida de millones de seres humanos, el asunto pasa por la registradora. Al final del día, el asunto es económico, y claro, toca intereses empresariales y los trabajadores tienen que defender sus derechos, los derechos de los de aquí, de los de allá y de los que vendrán. Porque una economía como la estadounidense, no va, no puede prescindir de la mano de obra inmigrante.
Claro, si de mano de obra estamos hablando, entendiendo como tal que los trabajadores temporales, por ejemplo, vienen, trabajan obtienen su paga y se van, o que los que viven en Estados Unidos, lo hacen en condiciones medianamente decentes. Pero ese no es el caso. Bien sabemos que los abusos de las grandes compañías a miles de trabajadores temporales son parte de la cotidianidad y que pululan las demandas y abundan las injusticias.
Sabemos también que los abusos de los que son víctimas los trabajadores inmigrantes son pan de cada día y que a muchas empresas les conviene que no haya arreglos ni legislaciones, ni nada, para poder seguir haciendo.
Sabemos que sigue existiendo el tráfico humano, no sólo el de los coyotes que traen gente por la frontera empacada como salchicha, si no el que patrocinan las familias de bien que encierran trabajadores que les limpien y les cocinen a cambio de un techo y un pedazo de pan o el de los que secuestran mujercitas para prostituirlas en las grandes ciudades.
Porque sabemos, claro, que la esclavitud no se ha terminado en el mundo, ¿verdad?
Sabemos también que mientras no haya leyes equitativas y funcionales, las injusticias seguirán siendo cotidianas. El asunto no es que pidamos caridad o clemencia para que los millones de indocumentados puedan vivir de la dignidad de su trabajo o reencontrarse con sus familias o tener una vida normal, el asunto es que exijamos que todos los seres humanos tengan derecho a sus derechos, a salarios y horarios laborales justos. El asunto es que exijamos que la justicia se aplique para todos y que no haya ciudadanos de segunda clase.
El asunto es que la sociedad estadounidense, fundada bajo los principios de libertad y justicia le haga honor a los valores que pregona.
El asunto es que la discriminación, la injusticia y la impunidad no pueden ganar la batalla. Por eso tenemos que marchar este próximo miércoles 10 de abril, por eso tenemos que salir a levantar la voz y a recordarle a los legisladores y a los empresarios y a todos los que quieran escucharnos que este es el momento, que no podemos esperar más, que la reforma migratoria es una obligación social inaplazable, una obligación moral que un país que se precia de ser civilizado, no puede seguir ignorando.