La Columna Vertebral
El Soporte Informativo Para Millones de Hispanos
Por José López Zamorano
Lo más sencillo es decir que Luis Felipe Herrera es un modelo de hispano aunque su nombre resuena poco para la mayoría de nosotros, fue nombrado como Poeta Laureado de Estados Unidos, una distinción que confiere anualmente la Biblioteca del Congreso a las voces más profundas de la creación poética.
Hijo de trabajadores agrícolas mexicanos, nació en Fresno, California, en el seno de una familia donde es evidente, por los resultados, que el valor de la educación fue atesorado como una de las piezas más importantes para la formación y el futuro de los hijos.
Más allá de los merecidos elogios que ha recibido Luis Felipe Herrera a lo largo de su prolífica carrera literaria, quiero poner el acento en ese común denominador que existe en las familias de hombres y mujeres exitosos: el involucramiento de los padres en la educación de sus hijos.
De ninguna manera minimizó la importancia del esfuerzo personal, del talento y del carácter que hacen sobresalir a las personas de orígenes humildes, y que cobran mayor mérito cuando subsisten en condiciones económicas precarias.
Pero todas esas cualidades crecen y se pulen en un ambiente nutrido por el apoyo vigilante de los padres y por la inculcación de principios arraigados en una fórmula infalible: la educación equivale a progreso.
No me sorprende por ello que las primeras palabras de Luis Felipe tras recibir la presea llegaran envueltas en un ramo de olivo en agradecimiento a su familia. “Para mis padres, que se vinieron al norte después de la Revolución Mexicana de 1910, el honor es mayor que para mí”, dijo.
Sí, como mexicano me siento orgulloso de Luis Felipe Herrera, no solo por su meritorio éxito sino por la familia que tiene. Si todos tuviéramos unos padres de esa estatura, el mundo sería un mejor lugar.
Alzo pues la voz de la esperanza de que la vida, y las palabras luminosas, de este poeta ejemplar alumbren el camino de las generaciones no solo de los hijos sino de los padres. La educación es demasiado importante para dejarla sólo en las manos del sistema escolar. Padres e hijos somos jugadores centrales en la carrera al éxito.
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