México del Norte
Por Jorge Mújica Murias
¡Ya de plano parece choteo! Además de “criminales”, “invasores”, “sospechosos de terrorismo” y otras lindezas que nos han dicho por ahí que los inmigrantes somos, esta semana se sumó otra: ¡Brutos!
Y no pasaría de ser uno de los insultos más que cada día nos dedican quienes no nos quieren bien, excepto que se da dentro de la discusión de eso que llaman la reforma migratoria.
El autor del altisonante epíteto es nada menos que un Doctor en Política Pública, graduado en la Universidad donde Felipe Calderón da clases estos días, Harvard, trabajador de la Fundación Heritage. Se llama Jason Richwine, (“Vino-rico”), y su tesis de Doctorado se titula “El IQ y la Política de Inmigración”.
La tesis central del Vinorico es que “el IQ (Coeficiente de Inteligencia), puede usarse generalmente para evaluar la habilidad mental o inteligencia. El promedio de IQ de los inmigrantes en Estados Unidos es substancialmente más bajo que el de la población blanca nativa, y lo más seguro es que esa diferencia perdure por varias generaciones”. Vinorico continúa diciendo que lo mejor sería “seleccionar inmigrantes con IQ altos”, en vez de los tarados que según él son cada vez más y que no se integran a la sociedad.
La tesis del mentado Vinorico salió a la luz porque su patrón, la Fundación Heritage publicó un estudio con la pretensión de demostrar que la legalización de los inmigrantes indocumentados le costará trillones de dólares a los inteligentísimos blancos nativos.
Otro de los parrafitos de Vinorico dice que “la evidencia sugiere que hay un componente genético que hace variar el IQ de diferentes grupos étnicos”, y concluye que “No se sabe si los hispanos llegarán algún día al nivel de inteligencia de los blancos, pero sería difícil argumentar contra el hecho de que los hispanos inmigrantes tendrán hijos y nietos con bajos índices de inteligencia”.
Al final de su tesis la puerca tuerce el rabo, con la “brillante” conclusión de que si bien no se puede basar la inmigración en IQ, si se podría hacer exámenes a cada inmigrante para no dejar entrar a los mas burros. Y curándose en salud, propone que no se le llame “selección por inteligencia” sino “por habilidades”, para “evitar reacciones negativas”.
Nada Nuevo Bajo el Sol
La tesis del Vinorico no es tan nueva. Tiene orígenes profundamente racistas y de hecho se ha aplicado en varios países, usando una pseudo-ciencia llamada eugenesia. En corto, la eugenesia propone eliminar a los “brutos” sobre la base de no dejarlos reproducir, y en cambio promoviendo la reproducción de los más inteligentes. Un tal Adolfo Hitler la hizo política de estado hace 60 años en Alemania.
A mí me recordó una sicóloga de Aeroméxico de hace muchos años que había conseguido el último y más avanzado examen psicométrico inglés y se lo aplicaba a cada solicitante de costurero, de los que hacían las vestiduras de los asientos para la compañía, con la consecuencia de que los trabajos estaban desiertos porque la pregunta clave de toda la prueba era “¿Quién era la Mona Lisa?”. Cuando los compas del sindicato se enteraron de quién era la tal Mona Lisa montaron en cólera. “¿Y qué quiere la vieja esa?”, preguntaban indignados. “¿Que le bordemos el cuadro ése en los respaldos de los asientos o qué?” No les faltaba razón. Los estándares de medición de la “inteligencia” están basados en perfiles culturales en su mayoría europeos.
La medición del IQ fue destronada definitivamente a finales del año pasado, por un equipo científico inglés que realizó estudios con 110 mil personas y encontró que, por ejemplo, el uso frecuente de computadoras aumenta sus puntos en razonamiento y memoria de corto plazo, y que los fumadores tienen peor memoria de corto plazo. Según el Dr. Roger Highfield, autor de un artículo sobre el estudio publicado en la Revista de Neurología en diciembre de 2012, hay que medir, por lo menos, memoria de corto plazo, razonamiento y capacidad de verbalizar, en vez de las pruebas comunes de razonamiento del famoso IQ.
Pero que nadie se sorprenda. Estados Unidos ya tuvo una ley similar, la de Inmigración de 1924, o Johnson–Reed, conocida como “de orígenes nacionales y exclusión asiática”, que buscaba “establecer la identidad americana manteniendo la preponderancia de la raza blanca para estabilizar la composición de la población”. La ley limitaba la inmigración de los europeos del sur y el este del continente, particularmente judíos e italianos, además de prohibir la inmigración de India y China.
De colofón alegre, agregaremos que Vinorico deveras no calculó la reacción. Miles de protestas hicieron que a los dos días de publicado su estudio lo corrieran de la Fundación Heritage, después de admitir no haber reconocido en su estudio las ventajas económicas de la migración. Ahhh, bruto…
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