Gurú del éxito

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<p>&nbsp;&nbsp; Todos tenemos un gurú que nos guía por la senda del éxito. La historia del filipino José Antonio Vargas es un claro ejemplo de que una persona no alcanza sus metas en forma individual, sino que hay personas a nuestro alrededor quienes nos ayudan a buscar nuestra felicidad.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; La sociedad norteamericana se enteró, a través de un artículo que él escribió en el New York Times, “Mi vida como inmigrante indocumentado”, que es un profesional galardonado, pero también es una persona con una daga en el corazón que le parte el alma.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Con el prodigio de su escritura exclamó a los cuatro vientos que es un inmigrante indocumentado.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Su historia es evidentemente desgarradora, triste y al mismo tiempo vibrante. Es una fuente de inspiración para aquellas personas que buscan autorealizarse en un país que día a día crea más dificultades para los inmigrantes, legales o sin papeles, incluso para ciudadanos.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Años atrás, mientras hacía una entrevista a los dueños de la cadena restaurantera de Wahoo, pregunté a los hermanos Lee (Renato, Eduardo y Wing Lam), sobre la clave del éxito en el negocio.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Renato me contestó con una respuesta convencional: “La educación”.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Obviamente la importancia de la educación nadie lo va a disputar.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Luego Eduardo, a quién con cariño llaman “Mingo”, me confesó que la cultura china, la cual es muy disciplinada, y los consejos de sus padres, quienes son también restauranteros, fueron grandes respaldos para su éxito.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; A pesar de que Renato, Mingo y Wing tienen el apellido y la fachada china, los tres se sienten más latinos que asiáticos. Nacieron en la ciudad de Presidente Prudente, localizada a ocho horas de distancia de Sau Paulo, Brasil.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Según me contaron, sus padres operaban un restaurante por allá y luego, después de muchos años en Brasil, decidieron migrar a Estados Unidos.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Al final Wing Lam me contestó. “Es importante que una persona se rodee de gente que quiere que sea exitoso”.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; En el ensayo publicado, José Antonio Vargas nos habla precisamente de las personas que lo ayudaron a sobresalir. Inicialmente sus abuelos lo respaldaron económicamente una vez que llegó a Estados Unidos.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; En el High School, cuando se dio cuenta que no tenía documentos, José Antonio recurrió al director de su escuela, Pat Hyland. A Hyland no le importó su estado migratorio. Sabía que era un muchacho estudioso y que tenía todas las ganas de sobresalir. Lo respaldó en el ingreso de la universidad.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Luego en Washington, cuando trabajaba para el periódico Washington Post, José Antonio encontró la comprensión de su editor Peter Perl. Hoy reconoce y es consciente que su “odisea” y el logro de sus metas no ha sido a través de un trabajo individual, sino que fue gracias al apoyo de mucha gente.</p>
<p>&nbsp;&nbsp; Sin embargo, su historia nos recuerda que el ingrediente principal para el éxito es la misma persona. Es decir, José Antonio Vargas y los hermanos Lee nos demuestran que somos nosotros los que finalmente decidimos si queremos o no ser exitosos.</p>
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Humberto Caspa